UNHCR - Office of the United Nations High Commissioner for Refugees

01/17/2025 | Press release | Distributed by Public on 01/17/2025 15:16

Cambio climático, conflicto y conmoción política: la triple crisis que vive Mozambique

Desde octubre, los disturbios postelectorales han forzado a miles de personas mozambiqueñas y refugiadas a huir de sus hogares. El ciclón Chido y el ciclón Dikeledi, que han dejado huellas de destrucción en el norte del país desde diciembre, han provocado más desplazamientos y miseria. Las repetidas crisis climáticas como éstas se han sumado al sufrimiento de las poblaciones vulnerables, incluidas las personas ya desplazadas por el actual conflicto armado en el norte de la provincia de Cabo Delgado.

¿Cuál es la raíz de la crisis de desplazamiento de Mozambique?

Desde 2017, grupos armados no estatales han lanzado ataques contra ciudades y pueblos de Cabo Delgado, obligando a más de un millón de personas a huir de sus hogares. Tras buscar refugio inicialmente en zonas más seguras de la provincia como Pemba, Metuge y Montepuez, las oleadas recurrentes de violencia han forzado a algunas familias a huir varias veces. Con sus hogares y medios de vida completamente destruidos y los grupos armados aún activos, el regreso a casa no es una opción para muchas personas. Mientras tanto, las comunidades que las acogen están cada vez más al límite de sus posibilidades.

¿Cómo se ha agravado la situación por el cambio climático?

Mozambique es uno de los países más afectados por la crisis climática. Ciclones, inundaciones y sequías han desarraigado a cientos de miles de personas en los últimos años. Para las familias del norte de Mozambique, entre ellas las personas refugiadas y desplazadas por el conflicto, el clima extremo las ha hecho aún más vulnerables. Desde 2019, las tormentas son cada vez más intensas y frecuentes. El ciclón Freddy, el ciclón tropical de mayor duración registrado, devastó ocho provincias a principios de 2023, desplazando a 184.000 personas y dejando a 1,1 millones necesitadas de ayuda. Las inundaciones y las sequías amenazan los medios de vida, sobre todo de la mayoría de los desplazados y de sus comunidades de acogida, que dependen de la agricultura.

Mazamo Itabile y su familia fueron desplazados por primera vez de su aldea en Macomia, en Cabo Delgado, por el ciclón Kenneth en 2019. Apenas unos meses después, los ataques de grupos armados no estatales les obligaron a huir de nuevo, esta vez al distrito de Metuge. A lo largo de los años, trabajaron duro para reconstruir sus vidas. Mazamo, antiguo pescador, aprendió albañilería para mantener a su familia y ahorró lo suficiente para construir una modesta casa de tres dormitorios en Mieze.

Mazamo Itabile and his family were first displaced from their village in Macomia in Cabo

"La vida no era fácil, pero nos las arreglábamos", recuerda Mazamo. "Los niños podían ir a la escuela y teníamos un techo".

Esta frágil sensación de estabilidad se hizo añicos cuando el ciclón Chido tocó tierra en el norte de Mozambique el 15 de diciembre de 2024. La intensa tormenta tropical dejó un rastro de destrucción en las provincias de Cabo Delgado, Nampula y Niassa, afectando a más de 450.000 personas y destruyendo total o parcialmente más de 100.000 viviendas, así como escuelas, centros de salud y carreteras.

Mapa de la trayectoria de los dos ciclones por el norte de Mozambique

© ACNUR

"Fue fuerte, tan fuerte que la casa bailaba", cuenta Sonia, la hija mayor de Mazamo. "Luego se arrancó el techo y la casa se derrumbó". La familia huyó a medianoche, desafiando vientos implacables y escombros voladores. Para la mañana siguien, habían vuelto a perderlo todo.

Marcelo, el hijo de Mazamo, de 16 años, teme que su sueño de ser el primero de la familia en ir a la universidad ya no sea posible. "Quiero estudiar, pero no tengo nada", comenta, sosteniendo los pocos libros dañados por el agua que consiguió salvar.

La temporada de ciclones se prolongará hasta marzo, por lo que se esperan nuevas tormentas. El ciclón Dikeledi, que tocó tierra esta semana, afectó a otras 30.000 personas, destruyendo casas, escuelas e iglesias a su paso.

Marcelo, el hijo de 16 años de Mazamo, sostiene un cuaderno que rescató de la casa familiar después de que el ciclón Chido la destruyera en su mayoría.

© ACNUR/Isadora Zoni

Mazamo muestra el lugar donde el viento estrelló parte de su tejado contra un árbol la noche del ciclón.

© ACNUR/Isadora Zoni

Trabajos escolares de Marcelo dañados por la lluvia después de la tormenta.

© ACNUR/Isadora Zoni
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¿De qué manera las tensiones políticas están provocando más desplazamientos?

Las controvertidas elecciones presidenciales del 9 de octubre han avivado las protestas y los disturbios, provocando que casi 8.000 mozambiqueños buscaran resguardo en Malawi y Eswatini.

En Eswatini, las personas recién llegadas están siendo alojadas en el Centro de Acogida de Refugiados de Malindza, que se encuentra ahora extremadamente saturado. Quienes llegan a Malawi dicen haber huido de ataques y saqueos, y haberse escondido en el monte antes de cruzar el río Shire. La población desplazada está recibiendo tiendas de campaña, mantas y kits de higiene, pero los recursos son limitados. La población de Eswatini y Malawi ha acogido calurosamente a las personas refugiadas, pero los recursos escasean, por lo que es crucial contar con apoyo adicional.

Mozambique alberga a casi 25.000 personas refugiadas y solicitantes de asilo. Un tercio de ellas reside en el asentamiento de refugiados de Maratane, al norte de la provincia de Nampula. También se han visto afectados por los disturbios políticos. Más de 1.000 refugiados y solicitantes de asilo huyeron al asentamiento de Maratane a finales de diciembre tras la destrucción y el saqueo de muchas tiendas y negocios, incluidos los que eran propiedad de refugiados.

¿Cómo han afectado los disturbios a los esfuerzos humanitarios y a la respuesta de ACNUR?

La continua inseguridad ha obstaculizado los esfuerzos para entregar ayuda y reconstruir infraestructuras críticas destruidas por el ciclón Chido.

La violencia y los saqueos han interrumpido los esfuerzos para proporcionar alimentos y alojamiento en varios distritos de Cabo Delgado, mientras que en varias zonas de Nampula y Cabo Delgado el acceso humanitario se ha visto obstaculizado por la situación de seguridad.

Sin embargo, antes de que el ciclón tocara tierra, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, apoyó al Gobierno, junto con otras agencias de la ONU y ONG, para advertir a las comunidades de que se prepararan para la catástrofe. A las 48 horas del ciclón, ACNUR ya estaba sobre el terreno, distribuyendo lonas y mantas, y derivando a la población más vulnerable para que recibiera apoyo psicosocial. La respuesta de ACNUR también ha incluido la colaboración con socios locales para garantizar que las personas desplazadas en zonas remotas reciban apoyo, incluso donde el acceso es difícil debido a las tensiones postelectorales, los ataques de grupos armados no estatales y los caminos dañados por el ciclón.

Sonia, la hija mayor de Mazamo, recibe artículos de socorro de una funcionaria de ACNUR.

© ACNUR/Joaquim Jamal

Mazamo y su familia son algunas de las personas que han recibido ayuda de ACNUR, incluidas lonas y mantas. Sin embargo, el camino hacia la recuperación será largo. "Esta casa lo era todo", asegura Mazamo, señalando los restos de su hogar. "Ahora, empezamos de nuevo".

Mientras Mozambique lidia con los impactos superpuestos del conflicto, las perturbaciones climáticas y las tensiones políticas, es vital más apoyo internacional y ACNUR necesita recursos adicionales para poder aumentar el apoyo a las comunidades afectadas. El año pasado, el plan de respuesta humanitaria para Mozambique solo se financió en un 40 por ciento.