Prime Minister's Office of Spain

01/20/2025 | Press release | Distributed by Public on 01/21/2025 07:54

Intervención del presidente del Gobierno en la clausura del acto 'Hispania 2040: Cómo La Inteligencia Artificial Mejorará Nuestro Futuro'

Madrid.

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ

Buenos días y muchas gracias por acudir a este acto tan importante para el Gobierno de España y creo que también para todos los que estamos de alguna u otra manera involucrados en este este desarrollo tan espectacular de la tecnología y en particular de la Inteligencia Artificial. Vicepresidenta, ministros, secretarios de Estado, director de la Fundación Areces, empresarios y empresarias que nos habéis acompañado y también presentado vuestros proyectos, resto de autoridades, señoras y señores,

Lo primero, buenos días a todos y a todas. Para mí es un auténtico placer estar hoy aquí, en esta magnífica fundación que tanto hace por el conocimiento, por la ciencia y por el progreso de España, para hablar de un futuro que ya es presente en las vidas de todos nosotros y nosotras, como es la Inteligencia Artificial.

Una Inteligencia Artificial que en realidad se parece poco, y lo veníamos comentando antes con alguno de los intervinientes, a esa Inteligencia general e infalible que a menudo proyecta la industria del cine en Estados Unidos, Hollywood, o incluso que Silicon Valley promete, que muchos ciudadanos imaginan a veces con ilusión y otras veces, reconozcámoslo, con un cierto temor.

La IA que tenemos hoy es una tecnología con muchísimas potencialidades, pero también con muchas carencias y con muchas limitaciones, y sobre todo con muchos sesgos, fruto lógicamente de las fuentes de las que bebe y la forma en la que opera. Y me gustaría poner un ejemplo para explicar de manera mucho más visual a qué me quiero referir. Imaginemos, por un instante, que en vez de estar hoy en el año 2025, estuviéramos en el año 1900 y que por algún casual alguien diseñará una tecnología parecida a la Inteligencia Artificial. Si le preguntáramos a esa tecnología si las mujeres deberían votar, ¿cuál creen que habría sido su respuesta? Y si le preguntáramos si los gases de efecto invernadero son un problema, ¿qué habría dicho? Yo estoy 99% seguro de que hubiera respondido que no. Como a todos nosotros y nosotras, la Inteligencia Artificial no deja de ser la hija de su tiempo y por eso reproduce cegueras, los prejuicios de las relaciones de poder de cada momento.

Pero, a diferencia de nosotros y nosotras, los seres humanos, la Inteligencia Artificial no puede transformarlas. Hay capacidades, hay habilidades que los seres humanos difícilmente pueden trasladar a la Inteligencia Artificial y, por tanto, ser replicable por ésta, por una máquina, por muy lista que sea. Y me estoy refiriendo, por ejemplo, a la empatía, aunque algunas veces nos falta empatía a los seres humanos -mucha últimamente-, el instinto, la conciencia y sobre todo la agencia para tomar el futuro entre las manos y de hacer de él lo que queramos.

Yo creo que este es el principal mensaje que me gustaría trasladarles hoy en mi intervención, porque creo que los grandes cambios sociales de la historia -desde la abolición de la esclavitud y antes comentábamos precisamente sobre ella- a la conquista del sufragio universal femenino no fueron consecuencia inevitable de la aritmética ni tampoco de los datos. Fueron la imaginación, el sentido moral del ser humano las que lo llevaron a cabo. Y creo que son dos capacidades que la Inteligencia Artificial no tiene -al menos a día de hoy- y que probablemente, creo, no llegará a tener nunca.

Naturalmente, esto no cambia el hecho de que estemos -y aquí lo hemos vivido en primera persona- ante una de las tecnologías más transformadoras y disruptivas de la historia de la humanidad. La IA lo va a cambiar todo en las próximas décadas.

Ya de hecho lo está cambiando. Va a condicionar nuestra competitividad económica, la cohesión social, la seguridad de las naciones y por tanto, de nuestras sociedades.
Y creo que por eso es esencial que España haga dos cosas: una, tratar de situarnos a la vanguardia de su desarrollo -aunque es verdad, como toda Europa, que vamos con un cierto retraso- y también la adopción de una gobernanza adecuada de la Inteligencia Artificial.

Creo que la buena noticia es que partimos de una posición adecuada, si lo podemos calificar así, para hacer ambas cosas. Disponemos de uno de los ecosistemas en nuestro país de ciberseguridad más avanzados del mundo y de uno de los de las mejores redes de infraestructuras digitales. La mayoría de nuestra población posee habilidades digitales básicas y me alegro además del dato que ha dado el ministro de Transformación Digital y Función Pública, 600.000 empresas pequeñas y medianas empresas. Pero, bueno, el 40% de las grandes empresas, el 8% de las pequeñas y medianas empresas han empezado a incorporar ya la Inteligencia Artificial en sus negocios. Por tanto, estamos muy por encima de la media europea, aunque es verdad que la media europea en términos relativos está baja respecto a nuestros principales competidores. Pero las experiencias que acabamos de escuchar hoy aquí creo que son una muy buena prueba de lo que puede representar la Inteligencia Artificial en términos de ganancia, de productividad y por tanto de eficiencia de nuestro tejido productivo.

Lo que sí que quiero decirles es que España también está posicionada -y aquí antes se ha hecho referencia a ello por parte del ministro- para ser un actor global en el debate sobre la gobernanza de la Inteligencia Artificial. Hemos participado activamente en el panel de expertos que impulsó el Secretario General de Naciones Unidas. Ahora somos facilitadores también en ese ese trabajo que se está haciendo por parte de las Naciones Unidas. Este tema yo creo que es fundamental, porque la IA no, no va a revolucionar el mundo por sí misma; es una tecnología sin agencia ni propósito. Lo que lo va a revolucionar como quieran otros o como queramos nosotros -esa es la clave de bóveda de lo que quisiera trasladarles-, respetando las leyes y los derechos de los ciudadanos o vulnerando los principios de nuestro Estado democrático, reduciendo las desigualdades o ampliándolas; sirviendo a las personas o trabajando contra las personas.

Y en ese sentido creo que la historia, si nos ha mostrado algo, es que las tecnologías no generan prosperidad por sí solas. De hecho, tienden a reforzar el statu quo, a dar más poder a los poderosos y hacer más ricos a los ricos. Y por tanto, esta amenaza es especialmente grave en un contexto como el actual. Esta semana que comenzamos, en el que estamos viendo como por ejemplo la tecno-casta, si me permiten que utilice esa expresión de Silicon Valley, está tratando de usar su poder omnímodo sobre las redes sociales para controlar el debate público y, por tanto, la acción gubernamental nada más y nada menos que de todo Occidente. Yo creo que ante esto tenemos que rebelarnos. Y también debemos, lógicamente que plantear alternativas.

Y en esto quiero ser claro y también, si me permiten, escueto. Lo voy a decir en menos de 280 caracteres: la democracia no es un euro, un voto. No es un tuit, un voto. Es una persona, un voto. Y por tanto Europa debe plantar cara a esta amenaza y defender la democracia.

Para ello necesitamos tener una visión, una idea clara y compartida de qué clase de Inteligencia Artificial queremos tener y de qué rol queremos que ocupe en nuestra sociedad. Y en ese ánimo pusimos en marcha HispanIA 2040, el proyecto liderado por la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia del Gobierno de España, que conocen ustedes; el director de la Fundación ha hecho referencia también al ejercicio conjunto que hicimos de España 2050. Y precisamente nos dimos cuenta entonces de que nos faltaba una pieza bien importante; así es de acelerada la actualidad. Y es que no habíamos incorporado en esa España 2050 a la Inteligencia Artificial, porque no estaba, como está hoy, tan en el centro de los debates. Mañana mismo vamos a ir a Davos, y el tema central de Davos este año es la Inteligencia Artificial, aunque imagino que serán también algunas otras cosas que pasen en el día de hoy.

En todo caso, creo que lo importante es que pusimos en marcha este ejercicio de HispanIA 2040, precisamente para construir esa visión integral de cómo la Inteligencia Artificial puede ayudarnos a resolver los grandes desafíos que afronta España. Para entender no tanto el cómo, sino el porqué y el para qué debemos apostar por esta tecnología. Y yo creo que este es el valor diferencial del proyecto, que ha contado con la colaboración de grandes expertos y expertas que han trabajado, y eso quiero reconocerlo y agradecerlo, de forma desinteresada en la elaboración de este importante documento que sin duda alguna no se va a meter dentro de un cajón, sino que va a ser guía de acción para todos los departamentos ministeriales del Gobierno de España.

España, como el resto de países occidentales, señoras y señores, tiene una gran tarea por delante. Debe acelerar la modernización de su tejido productivo. Debemos fortalecer nuestro estado del bienestar. Es obligado avanzar hacia la sostenibilidad ambiental, al tiempo que reducimos la desigualdad y combatimos las injusticias sociales. Y debemos hacerlo, además, en un contexto marcado por otros retos de los cuales no hablamos tanto y deberíamos hacerlo más en el debate público, como es el reto del envejecimiento demográfico, la emergencia climática, la inestabilidad de un orden internacional marcado por la pugna de grandes potencias, por la supremacía tecnológica y que evidentemente afecta a un orden multilateral ya de por sí bastante debilitado como consecuencia de su deslegitimación.

Y hacerlo no va a ser fácil, pero yo trato siempre de ver el vaso medio lleno. Creo en el progreso. Estoy en un centro que cree en el progreso, como es la Fundación Ramón Areces, querido director, y estoy convencido de que, pese a las dificultades y la coyuntura es posible y de que la Inteligencia Artificial puede ser una herramienta decisiva para lograrlo. Lo hago sin caer en un cierto tecno-optimismo, que también existe; ni comprar tampoco las promesas desproporcionadas de algunas empresas -siempre interesadas, legítimamente-, a menudo pendientes de generar tracción en los mercados con sus anuncios, que de informar con honestidad de cuál es el estado de la tecnología actual.

Y lo hago también sabiendo las muchas limitaciones, como he dicho al principio de mi intervención, que tiene la Inteligencia Artificial. Pero también siendo consciente de las enormes ganancias, como hemos visto, que nos puede aportar como sociedad.
Y quisiera destacar cinco que quedan bien recogidas en nuestro estudio y que me gustaría compartir con todos ustedes.

La primera, aquí se ha dicho, es que la Inteligencia Artificial nos va a ayudar a ser más eficientes y, por tanto, a incrementar nuestra productividad, que es uno de los principales talones de Aquiles de nuestra economía. Automatización tareas, mejorando la forma en las que las personas realizan su trabajo. Yo creo que España, evidentemente no queremos crecer como lo hicimos en el pasado, por tener salarios bajos o por ser muy laxa en el respeto al medio ambiente; lo que queremos es que España crezca y que lidere los rankings económicos como lo está haciendo hoy, haciendo una apuesta decidida por la innovación y por tanto, siendo más productiva, creando empleos de calidad, generando bienes y servicios de alto valor añadido, que nos permitan mantenernos como una potencia exportadora y competitiva a nivel mundial.

Y para lograrlo hay algunos datos interesantes, especialmente en un contexto de envejecimiento demográfico como el que tiene España, la Inteligencia Artificial puede ser esencial porque, como mostramos en el estudio, esta tecnología podría -y me quedé muy sorprendido cuando lo vi- hacer un 13% más eficientes muchas de las tareas básicas que se realizan hoy en nuestras empresas. Por tanto, eficiencia, productividad.

En segundo lugar, la Inteligencia Artificial puede optimizar y mejorar la provisión de servicios públicos, haciéndolos mucho más ágiles y personalizados. Aquí hemos visto algunos ejemplos. Pensemos en la sanidad, donde el potencial es enorme. Ya hay hospitales en nuestro país que la usan para digitalizar historiales clínicos, para agilizar el triaje de las urgencias, para mejorar el diagnóstico de enfermedades como el cáncer. Pero yo creo que estamos en el principio y que, en los próximos años, la adopción de soluciones de Inteligencia Artificial ya disponibles nos va a permitir mejorar drásticamente la eficacia de los tratamientos médicos y ahorrar mucho tiempo de tareas administrativas a nuestros profesionales sanitarios. Aquí antes se ha dado una cifra 1.200 millones de euros en todo lo que tiene que ver con las enfermedades coronarias. Yo creo que esto es un extraordinario coste de oportunidad que podemos volcar hacia la investigación y hacia la innovación para ser incluso aún más eficientes. Un tiempo equivalente a cinco consultas diarias por cada médico en los centros de salud, o a 22 días menos de espera en las especialidades hospitalarias, con la lista de espera que tenemos, por desgracia, incluso agravada después de la pandemia. En definitiva, mejor atención sanitaria y mejores condiciones laborales para nuestros profesionales sanitarios. Podemos decir lo mismo en el ámbito educativo.

La Inteligencia Artificial también hará más eficiente el funcionamiento de nuestras administraciones públicas, por ejemplo, agilizando los procesos judiciales, que siempre es algo que muchas empresas y muchos inversores nos reclaman cuando tenemos ocasión de hablar con ellos. La concesión de prestaciones sociales. Mejorando los servicios públicos de empleo en la colocación de las personas desempleadas y simplificando multitud de trámites como la solicitud de permisos, la declaración de impuestos- como ya está empezando a hacer la Agencia Tributaria a nivel estatal-, haciendo, en definitiva, más fácil la vida a nuestros conciudadanos.

Tercero, la Inteligencia Artificial nos ayudará a allanar el camino hacia la sostenibilidad ambiental. Y antes también hemos visto algún ejemplo de lo que podemos lograr. Nos va a poder permitir gestionar de manera más eficaz nuestro sistema energético. En los próximos años, España pasará de un modelo simple, en el que la energía se genera en un número reducido de grandes plantas de producción constante pero contaminante, a un modelo donde vamos a pasar de lo sencillo a lo complejo, con millones de aerogeneradores, de placas solares, de presas, que van a producir energía limpia, pero lo van a hacer de manera intermitente.

Todo este ecosistema tendrá que estar integrado por una red inteligente que conecte España con el resto de Europa y también con el norte de África. Una red que cuenta variables tan diversas como el sol que haga en Portugal ese día, o el consumo de los hogares suecos ese fin de semana. En definitiva, una complejidad inmensa que solamente la Inteligencia Artificial nos ayudará a gestionar.

Esa misma tecnología nos va a permitir mejorar la movilidad y el transporte público en nuestras ciudades. Y por eso también está aquí el ministro de Transportes, al igual que el ministro de Agricultura y el ministro del Interior y la vicepresidenta. Fíjense, en países como Singapur o como el Reino Unido la Inteligencia Artificial ya se está usando para procesar datos de sensores de cámaras, de dispositivos GPS, coordinar el tráfico y el transporte público en tiempo real y, por tanto, reduciendo los tiempos de desplazamiento, los atascos y la huella ambiental.

Y en España también lo queremos hacer y lo vamos a hacer con beneficios, que yo creo que pueden ser inmensos. Fíjense bien y viene recogido también en el informe. Solo con sincronizar los semáforos de nuestras ciudades conseguiríamos reducir las emisiones de los coches cuando paran y arrancan en más de un 10%. Para que nos hagamos una idea, eso significa miles de toneladas de CO2 menos a la atmósfera.

Pero hay más. La Inteligencia Artificial también servirá para hacer más eficiente nuestro uso de los recursos naturales. Por ejemplo, el agua. En el mercado ya existen aplicaciones que reducen un 70% las pérdidas de agua en las redes de suministro. Y esto para España es vital. Consiguen un ahorro hídrico del 20% cuando son instaladas en regadíos para ajustar el goteo. Para que nos hagamos una idea del potencial que tenemos por delante, con solo que el 15% de nuestras explotaciones agrarias tuviesen este tipo de sistemas, ahorraríamos al año el equivalente al agua que consume en ciudades como Madrid y Barcelona. Esto es el potencial que tenemos enfrente ante un reto tan determinante para la cohesión y para la prosperidad de nuestra sociedad como es la gestión del agua.

Cuarta ganancia, sin duda alguna. Querido Fernando, ministro, la Inteligencia Artificial nos puede ayudar a defendernos, a hacer nuestros sistemas de ciberseguridad mucho más robustos y mucho más fiables. Yo creo que esto es crucial en esta nueva etapa geopolítica en la que estamos empezando a entrar. Y, en este sentido, España usará la Inteligencia Artificial para vigilar sus fronteras, para proteger nuestras infraestructuras críticas, para tratar de anticipar amenazas, detectar patrones delictivos, estimar riesgos de reincidencia, por ejemplo, en casos de violencia de género. Y, además, nuestras instituciones usarán esta tecnología para optimizar procesos, por ejemplo, como el control aduanero, la gestión de emergencias o desastres naturales o la lucha contra el terrorismo internacional.

Y, finalmente, la quinta contribución potencial de la Inteligencia Artificial a nuestro país es que nos puede ayudar a combatir la desigualdad de oportunidades y de ingresos. Sé que esto puede sonar hasta incluso contraintuitivo, porque he dicho al principio de mi intervención que al final muchas de estas revoluciones tecnológicas lo que hacen es consolidar el statu quo. Y es verdad que los estudios, o al menos la mayoría de los estudios disponibles, tienden a centrarse mucho en las brechas que, en este caso, la Inteligencia Artificial podría agrandar. Pero lo cierto es que la misma Inteligencia Artificial que mal empleada podría introducir esos sesgos en nuestros procesos de selección, podría ayudarnos a corregir los sesgos en los que incurrimos ya los seres humanos si lo somos bien, y hacer los procesos mucho más justos, más meritocráticos y por tanto más equitativos y eficientes.

La misma Inteligencia Artificial que podría reemplazar a un humano, como nos dicen y nos alertan muchos y prestigiosos centros de pensamiento que ustedes conocen, podría configurarse para apoyarlo y aumentar la productividad. De hecho, nuestras estimaciones indican que esta tecnología podría complementar el trabajo de dos de cada tres ocupados actuales en España- y eso viene reflejado en el informe- convirtiéndose por tanto en un factor impulsor de las clases medias y las clases trabajadoras en nuestro país.

Pensemos, por ejemplo, en un en un comercial. El riesgo de que la Inteligencia Artificial lo sustituya parece bajo, por no decir muy bajo. ¿Por qué? Porque el trabajo que realiza es en realidad una combinación de distintas tareas, no siempre automatizables, como identificar nuevos productos, aconsejar a los clientes, resolver problemas logísticos. Es evidente que la Inteligencia Artificial no podrá reemplazar a esa persona, pero sí podría ayudarla en muchas tareas, permitiéndole ser más eficiente, haciéndole ganar tiempo… En fin, añadiendo valor añadido a su trabajo.

Y también podría ayudarnos a generar más riqueza, a combatir el fraude, a reforzar el Estado del bienestar y, por tanto, a mejorar la capacidad redistributiva de las políticas públicas, particularmente las sociales, que ustedes saben, todavía tienen muchísimo margen de mejora.

Lo que quiero decir es que todas estas opciones existen, que no es ciencia ficción. Está en nuestras manos lograrlas. Y por eso yo creo, pienso que España no debe temer, ni tampoco combatir la Inteligencia Artificial, ni expandir un mensaje negativo sobre la Inteligencia Artificial. Creo que debemos liderar su adopción, reivindicando una Inteligencia Artificial que debe ser responsable, sometida, como todos, al control de los poderes públicos y orientada hacia el bien común.

Una Inteligencia Artificial destinada no a aumentar los beneficios, que es legítimo, y el poder de unas cuantas corporaciones internacionales, sino a ayudar a las pequeñas y medianas empresas a los autónomos, a los trabajadores, a reforzar también nuestra democracia e, insisto una vez más, a mejorar nuestro Estado del bienestar. Y es por eso que desde la pasada legislatura el Ejecutivo está trabajando con el sector privado, con la sociedad civil y con el resto de administraciones públicas en este sentido. El ministro antes anticipado algunos datos. En los últimos años hemos comprometido, efectivamente, 2.000 millones de euros para impulsar el desarrollo de tecnologías de alto impacto, entre ellas soluciones IA y también su adopción a empresas e instituciones públicas. Entre otras cosas, hemos destinado 50 millones de euros a financiar grandes proyectos de investigación y desarrollo, 62 millones de euros a la creación de la primera fábrica de IA en nuestro país, como ha adelantado antes el ministro, y otros 105 millones de euros a facilitar el despliegue de esta tecnología en las cadenas de valor. Y acabamos de comprometer -en fin, yo creo que una de las inversiones más esperanzadoras e ilusionantes, al menos a mi juicio, que tenemos en nuestro país por delante-, que son esos 500 millones de euros en el nuevo centro de fabricación de semiconductores en Málaga.

Y también hemos promovido la digitalización de nuestras pymes, imprescindible para la adopción de la Inteligencia Artificial; hemos constituido la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial con el objetivo de promover un desarrollo ético y responsable de esta tecnología. En definitiva, también estamos siendo coherentes con muchas de las cosas que hicimos en el año 2020 durante la pandemia y siguientes, cuando aprobamos la Carta de Derechos Digitales, y también cuando aprobamos esa carta de derechos digitales, no a nivel de España, sino también durante la Cumbre Iberoamericana.

En fin, gracias a estos esfuerzos y otros muchos, España ha escalado diez puestos en el ranking internacional de Inteligencia Artificial de la Universidad de Stanford, multiplicando por tres su puntuación desde el año 2018, convirtiéndonos en el 11.º país más avanzado del mundo en el desarrollo y el despliegue de esta tecnología. En todo caso, sabemos que aún queda muchísimo por hacer, que no nos conformamos con ser el número 11, sobre todo porque hay un gran gap entre la cabeza y el resto que seguimos por detrás.

Y por eso en esta legislatura ¿qué vamos a hacer? Vamos a seguir reforzando nuestras capacidades en computación, en infraestructuras digitales. Vamos a seguir avanzando hacia sistemas de datos integrados que faciliten el intercambio de investigación y el uso, mejor dicho, entre diferentes actores e impulsando la investigación científica, el desarrollo de la IA.

Y por eso quiero concluir con este anuncio. Tengo el placer de anunciarles que desde hace unos minutos acabamos de publicar, y hacer por tanto disponible a todos los usuarios y usuarias, los primeros modelos de ALIA, la familia de modelos de Inteligencia Artificial en castellano -también en el resto de lenguas cooficiales-, y que estamos impulsando desde la Administración General del Estado.

Modelos de Inteligencia Artificial públicos, códigos abiertos pensados para fomentar la investigación en este campo y desarrollar soluciones tecnológicas con base a nuestro idioma, que es el 4.º más hablado del mundo y el segundo más usado en Internet.

Y, de hecho, me complace también informarles de que ya están en marcha los trabajos para aplicar ALIA en dos proyectos piloto uno, un chatbot interno que agilizará el trabajo de la Agencia Tributaria y su atención ciudadana. Y dos, una aplicación en la medicina de Atención Primaria que, a partir del análisis avanzado de los datos, va a permitir un diagnóstico precoz y más preciso de las insuficiencias cardíacas.

Por tanto, es necesario que impulsemos la integración de la IA en nuestros sistemas públicos para lograr cuantas ganancias en eficiencia y en sostenibilidad financiera -también de las que se habla- se puedan lograr cuanto antes. Pero yo creo que este modelo fundacional, ALIA, nos va a permitir grandes también ventajas en un país que cuenta con un extraordinario activo que es su idioma o sus idiomas.

Y también es necesario que sigamos impulsando la adopción de esta tecnología en nuestro tejido productivo. Y por eso quiero anunciarles que vamos a movilizar 150 millones de euros más para potenciar la integración y el uso de la Inteligencia Artificial en las empresas españolas, en línea con el compromiso que hemos adquirido en nuestra Estrategia de Inteligencia Artificial.

De ellos vamos a destinar 20 millones a 500 casos de uso en pequeñas y medianas empresas, cuyos resultados y experiencias serán accesibles para hacer de ellas un ecosistema más innovador y más competitivo.

Insisto, no estamos dispuestos a perdernos esta revolución. Queremos además mirarla con optimismo y en positivo. Llevamos bastante tiempo perdido. España quiere ocupar una posición de vanguardia digital que creo que tenemos capacidades para poder hacerlo. Queremos apostar por la supercomputación, queremos apostar por los semiconductores y también por la Inteligencia Artificial, porque vemos en ella una oportunidad más que una amenaza, una oportunidad que yo calificaría de inmensa, probablemente inabarcable respecto a todas las ganancias que podemos obtener.

Yo estoy convencido de que -ya con esto concluyo- si la aprovechamos de manera responsable, nos va a ayudar a conseguir una sociedad más próspera, más justa y más sostenible. Esa HispanIA de 2040, como reza el logo, esa HispanIA que queremos para nuestros hijos y para nuestros nietos y nuestras nietas. Nada más y muchas gracias.

(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)