01/16/2025 | Press release | Distributed by Public on 01/16/2025 04:02
Sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación
INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ
Muchas gracias.
Como imagino, a muchos de vosotros también os ha dado un poco el virus de la gripe, me han puesto agua y lo agradezco de corazón, pero cuando hablo trato de no frenar para poder hablar sobre cosas que creo que son muy importantes, ministro, como tú también has referido, secretarios y secretarias de Estado, embajadoras, embajadores y por supuesto todo el personal de nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación.
Lo primero, buenos días, como os he saludado personalmente y ante todo feliz año. Feliz 2025.
Como ha dicho antes el ministro, para mí también es un placer, José Manuel, el poder acompañaros nuevamente en esta cita en la que damos comienzo al año compartiendo nuestro análisis sobre la situación internacional y que va a contar además con la presencia del jefe del Estado, con Su Majestad el Rey para clausurar estas importantes jornadas.
Una cita en la que reflexionamos sobre cómo seguir avanzando la presencia y la influencia de España en un mundo cada vez, como bien saben, más turbulento e incierto.
Vaya por delante mi agradecimiento. Lo he dicho siempre, cada vez que he tenido ocasión de compartir con ustedes en las delegaciones, en las embajadas, su trabajo, vaya por delante, como he dicho siempre, mi agradecimiento a la enorme labor que hacen ustedes día tras día. A todas las embajadoras y a todos los embajadores, gracias.
Quiero empezar esta reflexión compartida evocando una efeméride, la del 26 de junio de 1945, cuando hace casi 80 años, medio centenar de países firmaron la Carta de Naciones Unidas. Habían pasado siete semanas del fin de la guerra de la Segunda Guerra Mundial en Europa. Y faltaban seis para el lanzamiento de las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki.
Ese acto fundacional de Naciones Unidas quedó, por tanto, paradójicamente encorsetado entre la esperanza abierta del final de una guerra absolutamente devastadora sobre suelo europeo y el miedo a la catástrofe nuclear que marcaría toda la Guerra Fría. En definitiva, no es sino una metáfora de esa lucha constante que, saben ustedes mejor que nadie, entre el idealismo y el realismo, ha vertebrado la historia de las relaciones internacionales durante el siglo XX y el siglo XXI.
2025, por tanto, marca un hito importante para este gobierno, para nuestro país, que es el 80 aniversario de esos tres grandes acontecimientos, particularmente de los primeros, que es la creación de Naciones Unidas y también lógicamente, el fin de la Segunda Guerra Mundial, pero también el inicio de la era atómica.
Tres eventos clave en la configuración de un orden internacional que parecía destinado a perdurar aún más tras la caída del Muro de Berlín. Y también con ese relato sobre el fin de la historia, que después de unos años nos hemos dado cuenta de que no era nada.
Hoy, sin embargo, por tanto, los cimientos de ese orden internacional son más cuestionados que nunca y además con particular intensidad. Lo estamos viendo especialmente estos días en los que se habla, por cierto, sin tapujos, de rediseñar fronteras, de interferir en procesos democráticos o de renombrar mapas.
Así que quiero comenzar mi intervención siendo muy claro, también firme, en este momento complejo e incierto. Y lo digo ante ustedes, embajadoras y embajadores, porque representan la voz de España en el mundo. Y es que nuestro país, España, estará siempre del lado de la defensa de nuestros principios y nuestros valores, que son los principios y valores que están presentes y enmarcados en la Constitución Española.
Principios y valores a los que, aunque el viento sople en contra y con particular virulencia, no vamos a renunciar. Al contrario, si cabe, creo que es el momento de defenderlos con más ímpetu y con más convicción.
Y esos valores y esos principios tienen todo que ver con la paz, con la solidaridad, con la dignidad humana, con la libertad, con la democracia, con la diplomacia y, por tanto, con el diálogo para la resolución de conflictos y, sin duda alguna, con el respeto del derecho internacional.
Son esos los cimientos de las relaciones internacionales desde el final de la Segunda Guerra Mundial y muy especialmente desde el final de la Guerra Fría. Por tanto, vamos a trabajar, si cabe, con mayor ahínco para que lo sigan siendo durante los próximos años y las próximas décadas. Porque lo que sí que es evidente es que el desgaste y la erosión de ese orden multilateral se está produciendo en todos los frentes. Y me gustaría ceñirme en esta intervención a cuatro en particular.
El primero es, por desgracia, la extensión de los conflictos armados y, no solamente de los conflictos armados, sino también de la retórica belicista.
Para que nos hagamos una idea, lo saben ustedes mucho mejor que yo, desde 1945 la humanidad no había tenido que lidiar con un número tan alto de conflictos, desde 1945. Además de las terribles guerras en Ucrania, en Oriente Próximo o en Sudán, hay contabilizadas 56 guerras activas en el planeta, con 92 países involucrados de manera más o menos directa.
El gasto militar se ha duplicado respecto a comienzos de este siglo y siguen existiendo más de 12.000 ojivas nucleares en el planeta, muchas de ellas, por cierto, en manos de países en abierto desafío al orden internacional o embarcados en conflictos en curso.
Esto, creo que es muy grave, y va además también acompañado de ese segundo aspecto que me gustaría compartir con ustedes y es la erosión creciente del derecho internacional y particularmente el derecho internacional humanitario, porque cada vez son más los actores que recurren al uso de la fuerza. La impunidad se abre paso mientras los crímenes se cometen a los ojos de una comunidad internacional que podríamos calificar como anestesiada ante ellos. Nuestra arquitectura multilateral es incapaz de frenar esa espiral y las consecuencias para el día a día de la gente son absolutamente devastadoras. Aumenta, sin duda alguna, el número de violaciones de derechos humanos.
Un dato que me parece lo suficientemente elocuente de esta crisis y de la magnitud del drama que se está viviendo en el mundo. En mayo de 2024, el número de personas desplazadas en el mundo se situó en 120 millones de personas, es decir, el equivalente a más de un cuarto de toda la población de la Unión Europea.
En tercer lugar, el cuestionamiento frontal de la democracia en muchos países del mundo. En 2024 hemos presenciado intentos de magnicidio contra el presidente electo de Estados Unidos, contra el primer ministro de Eslovaquia. También tuvimos constancia del plan de asesinar al presidente Lula da Silva en Brasil antes de su toma de posesión. Y han quedado acreditadas graves injerencias en procesos electorales muy cerca de nuestro país, como es Rumanía, Moldavia o Georgia.
Y vemos también elecciones que, si podemos calificarlas de alguna manera, son elecciones fake con las que regímenes autoritarios han intentado blanquear su desprecio a las libertades individuales, ignorando la voluntad popular expresada en las urnas. Y más de 40 países en todo el mundo dieron pasos hacia la autocracia.
Aquí, en nuestro continente, las últimas elecciones europeas certificaron también el crecimiento de una ultraderecha dispuesta a utilizar sus casi 200 eurodiputados en el Parlamento Europeo para frenar el proyecto europeo, y cada vez más apoyada, por cierto, por la acción concertada de una internacional, que el presidente de la República francesa acaba de calificar como internacional reaccionaria.
Alguien, en fin, dijo en el pasado que las democracias no declaraban guerras. Esta afirmación nunca fue categóricamente cierta. Pero lo que sí es incuestionable es que un mundo con menos democracia siempre va a ser un mundo más inseguro e inestable. Por tanto, hoy más que nunca, defender la democracia es defender la paz en el mundo.
Y por último en cuarto lugar, la incertidumbre que planea sobre nuestro sistema multilateral. Un sistema necesitado, sin duda alguna, de reformas profundas, pero por el que hay que seguir apostando.
Un sistema multilateral abiertamente torpedeado, por ejemplo, en el plano comercial, también financiero, donde economías hasta ahora abiertas, que además se han beneficiado de esa apertura comercial, ceden ante los cantos de sirena de la desglobalización y también del proteccionismo, pero también que está atacado no solamente en el plano económico, comercial y financiero, sino también en el plano político, con los organismos internacionales en el punto de mira y cuestionados acerca de su utilidad, de su legitimidad para responder a los grandes retos derivados de la interdependencia que impera en el mundo .
Este es el mundo, embajadores, embajadoras, que nos ha tocado vivir, un mundo más inseguro, cerrado, anárquico y con la democracia acosada por ataques híbridos y desinformación. Puede que, efectivamente las guerras comerciales no hayan significado trincheras desde el punto de vista material, ni tampoco que haya grandes vencedores en estas grandes batallas. Pero sin duda, sí hay vencidos, y es la gente corriente que pierde su empleo o que se enfrenta a la pérdida de poder adquisitivo y, por tanto, no augura nada bueno para que el avance de la cooperación internacional en muchos asuntos que son muy importantes, la acción coordinada de la lucha, el cambio climático, hasta la gobernanza tecnológica con el auge de la inteligencia artificial y la seguridad internacional, pues no augura nada bueno la erosión y el debilitamiento de nuestro orden multilateral .
Por tanto, tenemos ese mundo como he dicho antes, más inseguro, más cerrado, más anárquico y con la democracia acosada por ataques híbridos y también por la desinformación. Un mundo ante el que, en mi opinión, caben dos posicionamientos.
Como siempre, nos enfrentamos las sociedades a distintas disyuntivas y en este aspecto me gustaría compartir con ustedes a la que, a mi juicio, nos estamos enfrentando. O dejarnos arrastrar por esa inercia de hacer languidecer y erosionar el orden multilateral. O defendemos activamente y con valentía los valores en los que creemos.
Y ante esta disyuntiva, creo que es precisamente ahora cuando más hay que dar la cara por nuestros valores, con más determinación y en todos los frentes. Desde luego, en el valor del ideal europeo, en el despliegue de una política exterior ambiciosa y eficaz, basada en la apertura y en el incremento del número de socios y aliados que pueda tener España. Y en la defensa, como he dicho antes, de un multilateralismo eficaz y de la paz.
Y ese es el mensaje que me gustaría trasladarles hoy, embajadores y embajadores, que España no se cierra sobre sí misma, como hacen cada vez, por desgracia, más países en el mundo. España lo que hace es abrirse al mundo. Y lo hace con decisión, con convicción, con ambición y con voluntad firme de liderazgo.
Y España, además, tiene credenciales para para hacerse escuchar. Sin duda alguna tenemos un momento económico absolutamente extraordinario que atraviesa nuestro país en comparación con otras grandes economías europeas. Lideramos el crecimiento económico entre todas las economías avanzadas y triplicamos la media de la Unión Europea. Alcanzamos unos niveles récord de ocupación, la creación de medio millón de empleos en este último año. Para que nos hagamos una idea de las cifras de la magnitud estamos hablando, más que Alemania e Italia juntas. La confianza exterior en España se ve en el stock de inversión extranjera directa que supera en un 13% los niveles previos a la pandemia de la COVID 19 en el año 2020, y gracias a un número cada vez mayor de empresas exportadoras y al desarrollo de la exportación de servicios, hoy, la economía española presenta un superávit corriente del orden del 3% de nuestro Producto Interior Bruto. Para que nos hagamos una idea, estamos hablando de unas magnitudes muy similares a una gran economía, como es, por ejemplo, la japonesa.
Por cierto, digo todo esto porque todos ustedes, embajadoras y embajadores, tienen mucho que ver en el éxito y en el logro que ha alcanzado la economía española, porque gracias a ustedes y a su labor, y en el apoyo a las empresas exportadoras, se han abierto nuevos mercados y se han consolidado la presencia de empresas españolas muy importantes en terceros mercados.
Por tanto, lo que quiero decirles es que inspiramos y merecemos confianza como nunca antes. Y lo mejor de todo es que lo hemos hecho a golpe de remontada, viniendo de muy atrás. Recordemos semanarios que hoy reconocen a España como la economía con mejor desempeño del año 2023, lo que decían hace 12 años, y cito textualmente: "las peores pesadillas son aquellas de las que no se puede despertar". Pregúnteselo a España". Cierro comillas. Pues vaya si hemos despertado. España ya no ocupa portadas que espantan a inversores. España ofrece paz social, estabilidad, innovación y confianza a raudales. España es una de las grandes valedoras de la Unión Europea y, por tanto, del toro herido, recordemos de ese semanario que decía "S-pain", en la portada del Economist de hace poco más de una década, hemos pasado a ser "un pata negra ibérico" que se cotiza en todo el mundo.
Así que les pido que hablemos, como sé que hablan, del éxito de nuestro modelo económico y social sin complejo y sin ningún tipo de rubor, no para alabar la política económica que lo ha hecho posible, sino para poner en valor lo mejor que tenemos, que es el talento de nuestras empresas y, por supuesto, de muchos trabajadores y trabajadoras. Muchas veces el pudor nos puede a la hora de reconocer nuestros méritos. Y creo que eso tiene que acabar.
Por ello, quiero que se llenen de orgullo cuando hablen de la gran transformación que está registrando España porque lo que estamos haciendo como país es sencillamente admirable en un contexto complejo como el que estamos viviendo en Europa y en el mundo. Y reconocerlo no es un acto de soberbia, es un acto de justicia, porque España lo merece.
Y tenemos, por supuesto, además de la situación económica, muchas otras bazas reputacionales en compromisos, por ejemplo, en la adaptación y la mitigación al cambio climático, en el compromiso de una política exterior feminista y humanista. Y, por supuesto, en proyección de nuestra cultura que creo que es un activo único que nos convierte en una potencia y nos confiere un inmenso poder blando.
Reforzaremos instituciones de referencia como es, sin duda alguna el Instituto Cervantes, promoviendo el español, y el resto también de lenguas cooficiales reconocidas en nuestra Constitución, cuyo reconocimiento, por cierto, como lenguas oficiales en las instituciones comunitarias, seguirá siendo una de nuestras principales prioridades políticas para el año 2025.
También en un mundo en el que el sur global denuncia la hipocresía de las potencias tradicionales, creo que la nuestra es una voz de coherencia. Y lo saben ustedes perfectamente embajadoras y embajadores.
Porque somos coherentes cuando decimos lo mismo en todas partes, en materias de derechos humanos, de justicia climática o de denuncia del incumplimiento del derecho internacional.
Somos coherentes también cuando tratamos a todos los países y a todas las regiones con la dignidad que merecen.
Y somos coherentes cuando defendemos el multilateralismo, mientras reivindicamos la necesidad de reformar de raíz sus estructuras para ser más eficaces, para ser más equitativos. Y, por supuesto, también para legitimar ese orden multilateral.
Y somos también coherentes cuando llamamos a la verdad por su nombre, venga de donde venga, sea autoritarismo, xenofobia, imperialismo o genocidio.
Porque no creemos en unas relaciones internacionales donde se cuestione la integridad territorial o la inviolabilidad de las fronteras.
Creemos en unas relaciones internacionales en las que los países construimos un futuro juntos para nuestros pueblos. Y lo hacemos desde el respeto.
Creo que tenemos que defender la coherencia con valentía, Embajadoras y embajadores. La misma con la que España reconoció al Estado palestino este año o el año pasado, o mejor dicho, en el año 2024, porque fue ante todo un acto de justicia histórica para con el pueblo palestino.
Y he podido constatar, como todos ustedes saben, el respeto y la gratitud que ha despertado esta decisión en muchos países, especialmente lógicamente en el mundo árabe y musulmán.
Aquellos de ustedes que están allí destinados saben muy bien de lo que hablo, porque fuimos el primer país europeo en exigir a Bruselas un alto el fuego permanente en la Franja de Gaza, mientras pedíamos la liberación inmediata de los rehenes israelíes en manos de Hamás. Y condenamos también esos terribles atentados terroristas.
Fue España quien reivindicó la apertura inmediata de los corredores humanitarios y también el apoyo a la UNRWA, que hemos aumentado durante este tiempo.
Y fue España quien propuso la celebración de una Conferencia Internacional de Paz, quien defendió la solución de los dos estados como la única vía para una coexistencia pacífica y segura entre los pueblos de Israel y de Palestina.
Y con ese afán, embajadoras y embajadores apoyaremos la Conferencia Internacional convocada por la Asamblea General de Naciones Unidas el próximo mes de junio.
Trabajaremos para que los dos Estados, Israel y Palestina, convivan uno junto a otro en paz y en seguridad, porque creemos que esa es la única solución posible para poner fin a la espiral de barbarie y de destrucción que hemos visto con estupor durante estos últimos tiempos.
Contamos, en definitiva, con los mimbres necesarios para proyectar una acción exterior sólida y eficaz, no sólo en defensa de nuestros intereses, sino también, como he dicho antes, de los valores de la paz y la solidaridad que comparte, estoy convencido, la mayoría social de nuestro país.
Valores que deben guiarnos en cuatro ejes de acción prioritaria a los que me gustaría referirme ante ustedes.
El primero de estos ejes, como no puede ser de otra manera es nuestra apuesta inequívoca por la Unión Europea.
En junio del año 2025 vamos a celebrar 40 años del acuerdo de adhesión de España a la Unión.
Un hito que creo que es decisivo en la modernización y la transformación sin precedentes de España en estas últimas décadas y que nos lleva a proclamar sin ninguna duda que Europa es lo mejor que le ha pasado a nuestro país en siglos de historia.
Y tenemos que ser conscientes de que hoy el proyecto europeo se enfrenta de nuevo a un viejo dilema existencial.
O la Unión Europea cumple su propósito de ser un proyecto de integración y comunidad de futuro o es simplemente un club de Estados de miembros. En esencia la disyuntiva vuelve a ser la misma más o menos Europa.
Y ante esta disyuntiva conviene recordar que Europa es mucho más para el Gobierno de España que una simple unión aduanera entre Estados vinculados por una vecindad geográfica.
Europa es ante todo una comunidad de valores. Es un faro de libertad y de democracia en el mundo.
Por eso, nos estamos enfrentando a enemigos muy poderosos, que la quieren débil y la quieren desunida, dividida.
Y, por eso es el momento de dar la cara por Europa.
España no es uno más entre 27 Estados miembros tenemos un rol preponderante en este nuevo ciclo. Una española ocupa por primera vez la vicepresidencia primera de la Comisión Europea y alcanzamos niveles de representatividad inéditos en instituciones tan importantes también para la transformación económica de nuestro continente y de nuestro país, como es el Banco Europeo de Inversiones.
Por tanto, toda esa responsabilidad institucional lo que implica es que nos toca ser protagonistas en una Europa en la que la internacional reaccionaria lo que busca es dividir y robar la esencia del proyecto europeo.
Usaremos esa renovada capacidad de influencia para ser un motor más de esa Europa más justa, más verde, más social, más solidaria y más competitiva que necesitamos y que la ciudadanía europea y española merece una Europa más fuerte, fiel a sus valores, coherente y, sobre todo, que tiene que estar más unida cuando termine el mandato, el segundo mandato de la presidenta, Von der Leyen.
Las prioridades a las que debemos hacer frente en esta nueva etapa son muchas, pero me gustaría hacer particular mención a dos.
En primer lugar, Europa debe reforzar su capacidad para competir en un mundo cada vez más complejo y hacerlo además mientras se incrementa su autonomía estratégica que fue uno de los principales objetivos de la Presidencia española de la Unión Europea en el segundo semestre del año 2023.
Lo que tenemos que hacer es impulsar nuestro mercado interior en sectores que resultan claves para la competitividad y la productividad de nuestra economía y resuelve también la falta de financiación crónica de nuestras empresas.
Y ahí tenemos dos informes inspiradores el informe Letta y el informe Draghi, que demuestran el camino a seguir.
Mayor integración, mayor financiación común de bienes públicos como pueda ser, por ejemplo, la seguridad o el medio ambiente, o la reindustrialización y la descarbonización de nuestra industria.
La culminación del mercado único de capitales, el avance y el liderazgo de la Agenda Verde y contra el cambio climático y proteger la agenda social europea.
Porque sí, no olvidemos nunca esa Europa social que es la que construye la verdadera ciudadanía europea en derechos y libertades.
Los desafíos son ingentes, pero debemos partir de una constatación a prueba de derrotistas y es que Europa es más fuerte de lo que pensamos.
Y creo que además lo demostramos durante la crisis de la COVID 19 o también como consecuencia de la guerra de Ucrania perpetrada por Putin.
Somos el primer receptor me refiero en términos europeos de inversión extranjera directa en el mundo. La Unión Europea es el mayor socio comercial para la mitad de los países del planeta y hay otros muchos que quieren seguir afianzando esas relaciones comerciales con la Unión Europea.
Tenemos la población más formada y el Estado del bienestar más desarrollado del mundo.
Empresas punteras en multitud de sectores estratégicos también están presentes en nuestro continente y lideramos los rankings de sostenibilidad ambiental.
Somos una potencia regulatoria. Debemos seguir siendo esa potencia reguladora en sectores de vanguardia que van a sufrir el impulso de una desregulación, no solamente en el ámbito tecnológico, sino también en el ámbito financiero.
Y por supuesto, tenemos tecnologías de última generación como la inteligencia artificial, que se desarrollan al servicio del progreso humano, esa es la perspectiva, y no guiadas por el interés de una élite ultra rica que la controla.
Reforzar, por tanto, la capacidad de Europa en el mundo pasa, tanto por avanzar hacia una Unión más capaz y funcional, como también por ese desafío que tenemos que es el proceso de ampliación de la Unión Europea. Porque ampliarnos es completarnos y desde España siempre hemos sido positivos y abiertos a esos procesos de ampliación tanto en el ámbito oriental como en los Balcanes Occidentales, por parte de la Unión Europea.
Ampliar, como he dicho antes es completarnos. También es revitalizar las alianzas con otras regiones empezando por las relaciones transatlánticas. Vínculo absolutamente imprescindible con Estados Unidos y con socios europeos tan relevantes como el Reino Unido, pero sobre todo con regiones estratégicas como son y lo saben ustedes muy bien América Latina y el Caribe, África, Asia-Pacífico. Allí donde estamos o no estamos presentes, lo estarán otros.
En segundo lugar, Europa debe afrontar de una vez por todas el desafío de su seguridad en un mundo con amenazas crecientes.
Nuestro continente está flanqueado por 18 países. 16 de ellos sufren la presencia de grupos terroristas activos. Cinco están en guerra. Seis han padecido golpes o intentos de golpes de Estado. Y 9 han mirado hacia formas autocráticas de gobierno.
Por lo tanto, muchas de estas potenciales amenazas no proceden del Este, solamente, proceden de otros muchos ámbitos geográficos, singularmente el sur.
Por eso reclamamos atención a ese flanco, al flanco sur, tanto desde el punto de vista de la Unión Europea, como desde el punto de vista de la OTAN.
Y ante la amenaza es evidente que es necesario reforzar nuestra industria de la seguridad y la defensa.
Tenemos carencias en este ámbito, sobre todo en el ámbito de la ciberseguridad, pero contamos con el impulso de estos últimos años. Se trata, por tanto, de aprovechar la inercia adquirida en la asistencia a Ucrania, los compromisos con la OTAN para modernizar y para reforzar coordinadamente nuestras capacidades de defensa.
Y España está firmemente comprometida con ese enfoque. Europa, por tanto, tiene que despertar de una vez. En un mundo como éste no basta con adaptarse a la realidad geopolítica. Europa debe ser capaz de reforzarse para influir en ella y defender los intereses y valores.
Con todo quiero ser muy claro a este respecto. Miren, yo no comparto, ni voy a alentar jamás una deriva militarista que nos aboque a una nueva carrera armamentística.
El mundo tiene prioridades más urgentes que atender y en ningún manual está escrito que la paz y la seguridad se conquisten reforzando arsenales.
España cree en la paz y en la diplomacia como fórmula para resolver conflictos. Y siempre defenderé que la seguridad va mucho más allá del gasto en defensa.
Nos lo muestra, por ejemplo, la seguridad climática y la necesidad de prepararnos para combatir sus efectos. Como por desgracia, la población en Valencia ha sufrido el pasado mes de octubre.
Eso es lo que demanda la inmensa mayoría de la sociedad española. Una sociedad solidaria, comprometido o comprometida como pocas en el mundo y que alienta el esfuerzo en cooperación al desarrollo que venimos haciendo, duplicando el presupuesto de la AECID en los últimos tres años o reformando y modernizando su funcionamiento.
Y, también la unidad, lógicamente, es esencial. Ante el reto de la guerra de Putin contra Ucrania, aún más en los próximos meses, cuando esta unidad se va a poner a prueba.
Por lo tanto, nuestro objetivo es claro desde el Gobierno de España: lograr que Ucrania alcance una paz justa y sostenible en el tiempo. Porque lo que está en juego es el futuro de ese país soberano, pero también el futuro de la seguridad europea.
Por eso, nada sobre Ucrania sin Ucrania, y nada sobre la seguridad de Europa sin Europa.
Más allá de la dimensión europea, el compromiso con una economía abierta creo que constituye la segunda prioridad de nuestra acción exterior.
Como saben el orden internacional forjado durante décadas basado en los principios de apertura del multilateralismo, muestra signos de evidente flaqueza.
Muchas economías emergentes cuestionan pilares básicos de la arquitectura multilateral. Y tienen razón. La propia Europa ha cobrado conciencia de algunos de esos efectos negativos de la globalización y la dependencia económica de terceros.
Lo hemos vivido, por ejemplo, durante la pandemia o la guerra de Putin en Ucrania, sobre todo en el ámbito energético.
Nuestra economía, como cualquier otra economía desarrollada, está indisolublemente unida al resto del mundo. Y a veces esa interdependencia es una fuente de riesgos.
Pero, sobre todo, y es lo que quiero exponerles, es una fuente de soluciones y oportunidades para garantizar la prosperidad de España y de Europa.
Por eso, ¿qué creo que es importante? Yo creo que es importante que en lugar de cerrarnos sobre nosotros mismos como he dicho antes y como proponen algunos, defendamos la necesidad de abrirnos aún más al comercio internacional, pero exigiendo reciprocidad con un terreno de juego equilibrado, así como garantizando criterios de justicia, de equidad, de sostenibilidad, que son los que abraza la mayoría social de nuestro país.
Justo ahora, cuando otros se cierran, debemos aprovechar ese viraje proteccionista de muchas grandes economías para atender nuevos puentes y ampliar nuestro paso y nuestro peso, mejor dicho, en el comercio global.
La mejor forma de garantizar la seguridad y la prosperidad frente a esa tentación proteccionista es reformar, fortalecer las instituciones multilaterales, encargadas de diseñar y de garantizar el cumplimiento de las reglas internacionales.
Ahí está la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial.
No son organizaciones perfectas, pero son necesarias y arrastran problemas que a veces lastran sus importantes funciones, pero aun así desempeñan, y esa es mi opinión, un papel fundamental para hacer frente, por ejemplo, a la financiación de la transición ecológica.
Por eso, desde el Gobierno de España apostamos por actualizarlas, por modernizarlas, por dotarlas de más recursos, haciéndolas por tanto más eficientes y más eficaces, incrementando su transparencia y su representatividad, porque solo así podrán dar respuesta a los desafíos que enfrenta la comunidad internacional en su conjunto.
¿Cuál es nuestro tercer eje de actuación prioritario para este año 2025? Yo creo que pasa por fortalecer relaciones bilaterales con regiones y países que han devenido en clave.
En un mundo sin bloques esta es sin duda una de nuestras apuestas estratégicas.
Y en el complejo contexto global, y apenas a unos días de la toma de posesión del presidente Trump, España quiere seguir profundizando y afianzando la relación estratégica con Estados Unidos y un vínculo transatlántico que nos une y en el que cree el Gobierno de España.
Estados Unidos es un aliado imprescindible para hacer frente a los desafíos de nuestro tiempo.
Y para la defensa también de nuestro modelo de convivencia.
Además, debemos ser muy conscientes del peso decisivo de nuestra relación con América Latina y el Caribe. Yo creo que en estos últimos años se han dado pasos decisivos en el ámbito de la Unión Europea.
El acuerdo alcanzado por ejemplo entre la Unión Europea y el Mercosur así lo corrobora.
Tras décadas de negociaciones, tiene la capacidad de tender además un sólido puente económico y político entre ambas regiones cada vez más importante y necesario.
Y acuerdos como este, como el que espero además también pronto se finalice con México o el ya logrado con Chile, creo que contribuyen a reforzar esa seguridad económica de la Unión Europea, que es una prioridad absoluta para el Gobierno de España y que lo fue, por cierto, durante la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea.
Por tanto, a ver, estamos por supuesto vigilantes para activar las salvaguardas y adoptar medidas si fuera necesario para proteger aquellos sectores que pudieran verse afectados, pero en todo caso queda por delante mucho camino por recorrer hasta la ratificación entrada en vigor. Pido su apoyo decidido en este ámbito.
Como saben en el año 2026 España va a celebrar lo que es la Cumbre Iberoamericana número 30, un encuentro, creo que clave para nuestro país, merece que organicemos esta cumbre con máxima ambición. Y también tendrá antes, en el año 2025, otra cumbre importante, impulsada también bajo la presidencia española, que es el restablecimiento bianual de esas cumbres entre la Unión Europea y la CELAC.
Esta cita no solo pondrá de nuevo en el centro la agenda europea en una región muy próxima a nosotros, sino que supone, además, como he dicho antes, la consolidación de todo lo alcanzado en la cumbre celebrada bajo la Presidencia española en el año 2023.
Bueno, yo creo que ahí debemos materializar con claridad los progresos en la ejecución de los compromisos alcanzados, en especial en la agenda de inversiones. Este fue uno de los diagnósticos que compartimos todos. No celebrar cumbres por celebrar cumbres, sino que haya un delivery, que haya una ejecución, que haya políticas que realmente se ponen en marcha.
Y en ese sentido, España va a seguir insistiendo ante las instituciones europeas y el resto de socios para mantener el impulso a este foro estratégico.
La relación con el Magreb, con el Sahel, con la cuenca mediterránea son también pilares esenciales de nuestra acción exterior.
Somos un socio de referencia en estas regiones.
Estoy pensando por ejemplo en Turquía.
Debemos seguir trabajando en consolidar las relaciones bilaterales con estos países, y este renovado impulso está muy presente en nuestra reciente estrategia África, que por primera vez tiene un alcance continental y prioriza el refuerzo de nuestras relaciones con países como Marruecos, como Senegal, como Mauritania, como Nigeria, como Angola y con organizaciones regionales muy importantes, ya sea la Unión Africana o también la CDA.
Debemos contribuir a promover la estabilidad política e impulsar el desarrollo económico y social y combatir el crimen organizado y el terrorismo.
Y también tenemos que seguir trabajando con los países de origen de la migración, de la migración ilegal me refiero, para lograr una migración segura ordenada regular que nos beneficie a todos.
Yo creo que el creciente peso económico y geopolítico de Asia, pues, no solamente es evidente, sino que implica una respuesta estratégica por nuestra parte.
Y, en consecuencia, creo que urge estrechar lazos y cooperar en ámbitos de interés con los países de la región, a la vez que reivindicamos nuestros valores e intereses, ya sea en materia comercial o también en el plano geopolítico y los derechos humanos.
Por eso este año, además de una nueva estrategia de Acción Exterior 2025-2028, vamos a publicar por primera vez una estrategia específica para el continente asiático.
Y en ese contexto, China sin duda alguna es un actor global con quien queremos continuar desarrollando nuestros vínculos.
Necesitamos contar con China para abordar algunos de los mayores desafíos que enfrenta la humanidad: el cambio climático, la financiación al desarrollo, el libre comercio, la inteligencia artificial o la paz y la estabilidad internacionales.
Como saben, este año, el año 2025 se cumplen 20 años de la Asociación Estratégica Integral entre China y España, y, por tanto, el Gobierno de España trabajará para que este importante aniversario suponga un paso adelante que fortalezca las relaciones bilaterales entre España y China.
India es otro país de gran relevancia en el concierto mundial con quien deseo, deseamos, desde el Gobierno de España seguir impulsando unas relaciones estrechas y de gran contenido.
El mejor testimonio de ello es la participación del ministro de Asuntos Exteriores en este foro, querido ministro, como invitado especial, y en mi reciente viaje a la India, el primer ministro Modi acordamos celebrar el año 2026 el año Dual de la Cultura del Turismo y de la Inteligencia Artificial y, por tanto, deseo embajadores y embajadoras que preparemos, con esmero, el programa de actividades y que continuemos afianzando nuestra relación bilateral.
Y también, lógicamente, seguiremos reforzando las relaciones con otros países de la región como es Japón, Corea del Sur, Indonesia, Vietnam, Australia, Nueva Zelanda. En fin, todos ellos juegan un papel cada vez más relevante y abren enormes oportunidades para nuestras empresas y para nuestras inversiones.
Y finalmente, nuestra cuarta y última prioridad pasa por apoyar con determinación el multilateralismo y abanderar sus necesarias reformas.
Desafíos globales como el cambio climático, como la transformación digital, requieren de respuestas globales y para ello necesitamos instituciones multilaterales fuertes y eficientes.
Pero lo cierto es que es verdad que la desconfianza en el sistema multilateral no ha hecho sino aumentar y las causas son múltiples.
Yo me atrevería a decir que evidentemente el incumplimiento de las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas está detrás también de este debilitamiento y de este cuestionamiento.
El abuso del derecho al veto, lo hemos visto en conflictos tan relevantes como el de Ucrania o también el de Gaza, violaciones flagrantes de la Carta de Naciones Unidas, bloqueo del resto de órganos e instituciones del sistema y en general, un atropello del multilateralismo y de las organizaciones multilaterales cuando el interés nacional choca con el colectivo.
Y yo creo que debemos ser conscientes de que la paz y la seguridad en el mundo dependen, en buena medida, de la credibilidad y la efectividad de estas instituciones en las que evidentemente la doble vara de medir y los diferentes estándares están a la orden del día y deslegitiman la acción de estas organizaciones multilaterales.
Por tanto, no basta con proclamar las virtudes del multilateralismo como si fuera un dogma de fe.
Defender el multilateralismo exige compromiso con la reforma de esas instituciones que corren el riesgo de quedar obsoletas y de perder legitimidad.
Demanda hacerlas más inclusivas, más transparentes, más efectivas y, por tanto, más legítimas.
¿Por qué quiero decir esto? Porque este año España, pues alberga una importante conferencia, como todos ustedes saben. Se alberga la IV Conferencia Internacional sobre Financiación al Desarrollo, que va además a tener su sede en la capital andaluza de Sevilla.
Nos ofrece, por tanto, a España una oportunidad única para demostrar que el sistema puede funcionar, que debemos reforzarlo para responder a las necesidades no futuras, sino actuales, las presentes.
Y por eso pido la máxima implicación. Me consta que es así embajadoras y embajadores, y compromiso del Servicio exterior para involucrar a los líderes de otros países y por tanto, alcanzar un resultado ambicioso el próximo mes de junio.
Es verdad que no va a ser la única cita internacional de relieve en la que vamos a ser anfitriones. En otoño acogeremos en Vitoria la Cumbre global de la Alianza para el Gobierno Abierto. En Barcelona también vamos a acoger la Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales y de Desarrollo Sostenible de la UNESCO.
Vamos a coger también una conferencia internacional sobre el uso de la inteligencia artificial en el ámbito militar y de la seguridad.
En definitiva, lo que quiero decirles con todo esto, es que hagamos de todas estas cumbres una prueba de compromiso, del compromiso de España y de su sociedad, con un multilateralismo que tiene que ser reformado para ser más eficaz al servicio de la gente y por tanto, ganar en legitimidad.
Un compromiso que, por cierto, no quiero dejar de mencionarlo, también se materializa en otros muchos ámbitos, como es, por ejemplo, el papel de nuestras Fuerzas Armadas y de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en las misiones de paz en las que operamos con casi 4000 militares españoles desplegados en operaciones en el exterior.
Muchos de ellos, como saben ustedes mejor que yo, en situaciones de extraordinaria complejidad como las que atraviesan, por ejemplo, nuestros militares presentes en el Líbano en el marco de UNIFIL.
Y en este punto quiero destacar que, evidentemente España participa en todas las misiones principales de la OTAN, excepto en Kosovo. y que invierte casi diez veces más, diez veces más que la media aliada, en operaciones de mantenimiento de paz.
Otros sitios relevantes de nuestra acción exterior en el año 2025 son la entrada de España en el Consejo de Derechos Humanos, o nuestra candidatura a un puesto de miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en el bienio 2031 2032, que debemos impulsar entre todos y todas con determinación.
Contamos, por tanto, con todos ustedes para impulsar esta agenda, como también contamos con todos ustedes para que la Presidencia del G20 que ostenta este año Sudáfrica, o la COP del clima que va a albergar Brasil este año, sean un éxito.
Yo creo que el mundo lo necesita después de saber que el año 2024 es el primer año de la historia en el que superamos ese objetivo marcado en los Acuerdos de París de 1,5 grados centígrados muy superior a la época preindustrial.
Ministro, secretarias y secretarios de Estado, embajadoras. embajadores, concluyo.
Concluyo con una reflexión que anticipó en su intervención, creo que ayer el ministro Albares.
Como saben, este año 2025 se conmemoran los 50 años del inicio de nuestro camino hacia la democracia y hacia la libertad.
Un camino que en el ámbito de las relaciones internacionales nos llevó a ser lo que hoy somos, una democracia plena y activa en todos los foros multilaterales, un actor, yo diría decisivo en el cuadro de mandos del proyecto europeo y un aliado sólido y creíble que amplía su red de contactos diplomáticos y que es puente entre países y continentes.
Pocos ámbitos como el suyo, como las relaciones internacionales, ilustran con más claridad el triunfo colectivo que supuso el tránsito de la dictadura a la democracia.
Y es sin duda una historia de éxito que también debe formar parte de nuestro relato en el mundo.
Cómo la última dictadura de la Europa occidental se convirtió, en pocas décadas, en todo un referente de libertades, de democracia, de europeísmo y de multilateralismo.
Esa es nuestra carta de presentación y nuestra guía en tiempos de incertidumbre como los que estamos afrontando.
Así que, permítanme cerrar esta intervención, volviendo al mensaje a mi juicio clave con el que habría la misma. No vamos a renunciar a nuestros valores que son los valores de nuestra Constitución, de la Constitución Española. Los vamos a defender y promover con más determinación.
Un mundo cada vez más hostil y antagónico no va a alterar nuestra hoja de ruta.
Al contrario, España lo que va a hacer es trabajar más decididamente para construir un mundo mejor y más justo, en el que cuidemos aquello en lo que creemos y en lo que nos define como sociedad, que es la paz, que es la convivencia, que es la solidaridad, que es la libertad.
En fin, lo haremos sin descanso.
Seguiremos alzando la voz en pro de los derechos humanos y el derecho internacional.
Redoblaremos nuestro compromiso con la democracia liberal y plural, abierta, transparente e íntegra, impulsando las alianzas internacionales en esa tarea.
Y, por último, frente a la tentación autárquica y el cierre de fronteras, España va a seguir apostando por la apertura, por una economía abierta a la internacionalización y por una gestión inteligente de las migraciones para seguir creciendo.
Porque la España que queremos sólo es posible si construimos la Europa y el mundo que queremos.
Así que cuento con todos ustedes, embajadores y embajadoras y también, lógicamente, con todo el equipo del Ministerio de Asuntos Exteriores para hacerlo realidad.
Muchas gracias.
(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)
(Intervención original en español)