Ministry of Foreign Affairs of the Republic of Peru

12/18/2025 | Press release | Distributed by Public on 12/18/2025 18:34

Palabras del canciller Hugo de Zela en la clausura del Año Lectivo 2025 de la Academia Diplomática del Perú

Buenas tardes con todos.

Quiero iniciar agradeciendo al señor presidente de la república por estar presente hoy en esta graduación.

Su participación en esta ceremonia institucional de nuestra Cancillería reafirma la importancia que el Gobierno le confiere a la formación de quienes, desde muy temprano, asumen la responsabilidad de representar al Perú en el exterior.

Esta ceremonia se da en un momento internacional especialmente complejo. El entorno global que ha conocido mi generación durante buena parte de nuestra vida profesional está cambiando con una velocidad descomunal, impulsado por la globalización y la integración económica, social y tecnológica de nuestras sociedades.

Las instituciones enfrentan grandes desafíos para adaptarse a los cambios y nos vemos obligados a reflexionar profundamente sobre cómo nuestra profesión, la diplomacia, puede mantenerse no solo vigente, pero efectiva y eficaz. Vivimos inmersos en una revolución tecnológica que condiciona todos los ámbitos de la vida moderna, desde las comunicaciones hasta el comercio, desde la educación hasta la política exterior.

Uno de los principales desafíos que enfrenta nuestra labor es la incursión de los avances tecnológicos en la vida cotidiana. La velocidad de la información hace que los fenómenos globales se vivan en tiempo real y están al alcance de todos. La histórica función diplomática de informar se torna casi obsoleta y para mantenernos relevantes y efectivos debemos convertirnos en intérpretes de los hechos. Debemos saber transmitir el significado de hechos que se conocen de manera inmediata, darle sentido para la realidad peruana y evaluar el impacto que puedan tener en el interés nacional.

Asimismo, con el avance de la globalización y la creciente complejidad de la agenda internacional, la tarea de representar los intereses del Perú y responder ante los desafíos que nos plantea el contexto internacional se hace también más compleja. En este nuevo escenario, la primera tarea de la Cancillería es coordinar con las instancias especializadas pertinentes para conseguir trazar la postura que deberá asumir el Perú en temas tan complejos como la mitigación del cambio climático, la negociación de aranceles o la regulación internacional de la inteligencia artificial, para luego canalizar esos resultados hacia el exterior. Las negociaciones internas, por cierto, pueden ser tan complejas como las que se sostienen con nuestros interlocutores internacionales.

Contar con una política exterior que pueda anticipar y responder a los cambios y desafíos del escenario internacional es crucial. Si algo ha caracterizado a la Cancillería peruana es su capacidad de mantener su vigencia a lo largo del tiempo, a través de la profesionalización y especialización de sus servidores. A lo largo de nuestra historia republicana, ha tenido la capacidad de construir una meritocracia institucionalizada que trabaja siempre en defensa de los intereses permanentes del Perú y que ha sabido cultivar valores que subyacen de generación en generación.

La defensa de la soberanía e independencia, la integridad territorial, el respeto al derecho internacional, la promoción de la paz y seguridad internacionales, la solución pacífica de controversias, la defensa de los derechos humanos, el desarrollo sostenible, la integración y la cooperación. A ello se suma una verdad elemental que la Cancillería tiene cada vez más presente: para representar al Perú, hay que conocerlo, conocer su historia, conocer su diversidad, sus heridas y sus esperanzas. Un diplomático que conoce el Perú en profundidad, en su complejidad geográfica, su riqueza natural y cultural, su realidad social y económica, será siempre un mejor intérprete de sus intereses en el exterior.

También es cierto que los perfiles que demanda hoy la carrera no son los mismos de hace veinte, treinta o cuarenta años, por eso celebro que la Academia Diplomática revise permanentemente sus planes de estudio y explore nuevas formas de preparar a nuestros aspirantes de manera integral. Recordamos todos el célebre inventario de virtudes que el influyente y reconocido diplomático Harold Nicholson exigía al diplomático ideal. Inteligencia, integridad, discreción, empatía, paciencia, coraje moral, adaptabilidad. Muchas de esas cualidades siguen siendo pertinentes, pero hoy hay una que adquiere especial relevancia, que es la capacidad de adaptarse, adaptarse sin perder equilibrio, adaptarse sin perder criterio, adaptarse sin renunciar a los principios.

El diplomático peruano debe ser capaz de interpretar los intereses nacionales con claridad y transformarlos en resultados concretos. Ese tránsito del concepto al resultado es, sin duda, uno de los grandes desafíos de nuestra profesión. La observación cuidadosa de los hechos, el análisis de las tendencias y la lectura fina de los matices internacionales son herramientas indispensables. Lo mismo ocurre con la negociación, que exige paciencia, sensibilidad y una comprensión amplia de los contextos en los que debemos actuar.

Representar al Perú implica cultivar relaciones de confianza, construir puentes y generar espacios de diálogo. Nadie negocia ni coopera con quien no inspira confianza. Esa misma confianza se nutre del comportamiento personal. La fortaleza emocional, la calma en momentos de tensión y la capacidad de adaptarse a realidades muy distintas serán parte del día a día de su carrera. En el ámbito consular, además, tendrán la misión de atender a nuestros compatriotas en situaciones muchas veces delicadas. Allí la empatía pesa tanto como el conocimiento.

Señoras y señores, la nueva promoción a la que damos bienvenida hoy continúa una larga tradición que se sustenta en el estudio serio, la meritocracia y en la convicción de que servir al Perú es un honor y una responsabilidad. Ingresan además a una institución que reconoce que el servicio debe fomentar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. No se trata de otorgar preferencias, sino de exigir el mismo profesionalismo y excelencia a todos por igual. Se trata de que nos esforcemos para crear las condiciones que permitan que los méritos de cada uno de ustedes puedan destacar y que puedan dar lo mejor de ustedes al servicio del país, sin importar su género.

Ingresan al servicio, además, en un momento en el cual el entorno regional y vecinal, que siempre ha sido una alta prioridad para nuestra política exterior, vive momentos de polarización y de confrontación. Debemos ser francos en reconocer que las diferencias ideológicas nos separan y socavan la capacidad de nuestros interlocutores de tomar decisiones en base a intereses convergentes y la búsqueda de beneficios mutuos.

Ante ese escenario, está en nuestro interés concentrarnos en lo que nos une, en tender puentes y en promover el diálogo. Porque especialmente en el mundo convulso que observamos, nuestra capacidad de proyección internacional y nuestros esfuerzos por mejorar las condiciones de vida de nuestros ciudadanos se fortalecen con la unidad regional.

Precisamente este año, la promoción lleva el nombre de un destacado impulsor de la integración y de la unidad en nuestra región, nuestro querido y recordado embajador José Antonio García Belaúnde. Espero que este honor los inspire y los invoque a la reflexión sobre una vida dedicada al servicio. Su trayectoria sobresaliente, su visión serena, su capacidad para afrontar situaciones difíciles sin perder perspectiva y, sobre todo, su habilidad para adaptarse a los cambios del entorno internacional lo convirtieron en una figura central de nuestra diplomacia contemporánea. Recuerden que llevar su nombre no es solo un honor, es también una responsabilidad.

Felicito a cada uno de los treinta nuevos terceros secretarios que ingresan a nuestro servicio diplomático. Extiendo además un reconocimiento especial a sus respectivas familias, cuyo sostén durante los dos años de estudio seguramente ha sido de gran ayuda.

Concluyo deseándoles el mayor de los éxitos en la grata tarea que emprende hoy. No puedo ofrecerles más que palabras de aliento, pues esta carrera estará llena de retos que deberán superar, para lo cual siempre contarán con el apoyo de la familia de Torre Tagle, pero les dará también la oportunidad de servir a su país con la satisfacción personal y profesional que ello conlleva.

Muchas felicidades para los nuevos colegas.

Muchas gracias.
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