IMF - International Monetary Fund

10/08/2025 | Press release | Distributed by Public on 10/08/2025 08:05

Oportunidades en tiempos de cambio

Oportunidades en tiempos de cambio

Kristalina Georgieva, Directora Gerente, FMI

8 de octubre de 2025

Tal como fue preparado para ser presentado

Buenos días.

Y gracias, Mike, por invitar al FMI a participar en la inauguración de este hermoso nuevo centro. No se me ocurre ningún lugar más apropiado que este para hablar sobre cómo aprovechar las oportunidades, pues es eso precisamente a lo que se dedica este centro.

Al observar el mundo a lo largo de los decenios, veo un progreso extraordinario, pero también sueños que no se han cumplido. Hoy, la persona promedio vive mucho mejor que, digamos, hace 30 años, pero cifras como esa ocultan un hondo trasfondo de marginación, descontento y penurias.

Muchas personas en muchos lugares -en especial los jóvenes- están manifestando su desilusión en las calles: de Lima a Rabat, de París a Nairobi y de Katmandú a Yakarta, todos están exigiendo mejores oportunidades.

En Estados Unidos, las probabilidades de crecer y llegar a ganar más que los propios padres siguen disminuyendo. Aquí también, el descontento ha sido palpable y ha contribuido a desencadenar la revolución en las políticas, que está reconfigurando ahora el comercio, la inmigración y muchos marcos internacionales.

Todo esto se da en un contexto de profundas transformaciones geopolíticas, tecnológicas, demográficas -con poblaciones que crecen rápidamente en algunos lugares y se reducen en otros-, y ante el daño cada vez mayor que infligimos a nuestro planeta.

El resultado es una incertidumbre sumamente elevada, que a nivel mundial se ha disparado y sigue en aumento. Abróchense los cinturones: la incertidumbre es la nueva normalidad y está para quedarse.

***

La próxima semana, cuando los ministros de Hacienda y los gobernadores de bancos centrales de todo el mundo se reúnan en nuestras Reuniones Anuales, las inquietudes más acuciantes se referirán al impacto económico mundial de estas fuerzas de cambio y a la turbulencia en materia de políticas que estamos presenciando.

¿Y cómo lo está afrontando la economía mundial? En síntesis, podríamos decir que mejor de lo que se temía, pero peor de lo que necesitamos.

Cuando nos reunimos en abril, muchos expertos -no el FMI- pronosticaron una recesión a corto plazo en Estados Unidos, con repercusiones negativas en el resto del mundo. En cambio, la economía estadounidense, así como muchos otros mercados avanzados y emergentes y algunos países en desarrollo, han aguantado.

Como se explicará la semana que viene en nuestro informe Perspectivas de la economía mundial, prevemos una leve desaceleración del crecimiento mundial este año y el que viene. Todos los indicios apuntan a una economía mundial que, en general, ha soportado tensiones agudas derivadas de múltiples shocks.

¿Cómo se explica esta resiliencia? Señalaría cuatro razones:

  • Una, la mejora de los fundamentos de las políticas;
  • Dos, la adaptabilidad del sector privado;
  • Tres, un impacto de los aranceles menos grave de lo que se temía inicialmente, por ahora, y
  • Cuatro, unas condiciones financieras favorables, mientras duren.

Permítanme ahondar en estos asuntos.

La primera razón: la mejora de los fundamentos de las políticas y la coordinación mundial.

En muchas partes del mundo, esfuerzos sostenidos han dado lugar a una política monetaria más creíble, a mercados de bonos en moneda local más profundos, a nuevas reglas fiscales y -durante la pandemia- a medidas fiscales prontas, firmes y coordinadas a escala mundial para limitar el sufrimiento inmediato y las secuelas duraderas.

En especial, las economías de mercados emergentes han mejorado sustancialmente sus marcos de políticas y sus instituciones. Acabamos de publicar un informe sobre los avances, en el que se cuantifican las ganancias. Ahora, cuando se producen los shocks, estas economías responden mejor de lo que lo hacían antes de la crisis financiera mundial.

Las buenas políticas marcan una diferencia.

La segunda razón de la resiliencia ha sido la adaptabilidad del sector privado. Basta con observar la iniciativa privada en el comercio mundial: las empresas han estado anticipando los pedidos de importaciones antes de las subidas arancelarias y reorganizando sus cadenas de suministro.

Los balances de las empresas en general muestran solidez tras años de beneficios cuantiosos, la capacidad de reacción es rápida gracias a un simulacro de shock tras otro, la inteligencia artificial se está consolidando y el cambio es algo que se asume como un reto y se aprovecha como una oportunidad.

Tercera razón: los aranceles, que no han producido un shock tan grande como se anunció inicialmente.

La tasa arancelaria de Estados Unidos ponderada en función del comercio ha caído del 23% en abril al 17½% actual, nivel que sigue siendo mucho más alto que antes. La tasa efectiva de Estados Unidos supera con creces la del resto del mundo, que se ha mantenido relativamente estable este año, habiéndose observado muy pocos casos de represalias.

En resumen, el mundo ha evitado hasta ahora una escalada de represalias comerciales. Pero la apertura ha sufrido un duro golpe.

No obstante, este capítulo no se ha cerrado aún; las tasas arancelarias de Estados Unidos siguen cambiando. Los acuerdos comerciales con el Reino Unido, la Unión Europea, Japón y, pronto, Corea, han logrado reducir levemente algunas tasas, mientras que las disputas con Brasil y la India han elevado otras. Es probable que las tasas de otros países también varíen.

Cuarta razón: las condiciones financieras favorables. Los precios de las acciones a nivel mundial están subiendo, impulsados por el optimismo sobre el potencial de la inteligencia artificial para mejorar la productividad. Esto, sumado a los estrechos diferenciales de riesgo, deja los mercados de financiamiento en general abiertos, y el deslizamiento del dólar a comienzos del año supone un valioso alivio para los prestatarios no estadounidenses con deuda denominada en dólares.

Estos son, pues, los cuatro factores que explican la resiliencia económica que hemos visto este año.

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Pero antes de que alguien lance un gran suspiro de alivio, tengo que decirles que la resiliencia mundial aún no ha sido puesta a prueba del todo.

Y hay señales preocupantes de que esa prueba puede llegar. Basta con fijarse en la creciente demanda mundial de oro. Alentadas por los efectos de valoración y las compras netas -que obedecen en parte a factores geopolíticos-, las tenencias de oro monetario superan ahora una quinta parte de las reservas oficiales a escala mundial.

En cuanto a los aranceles, aún está por verse su efecto total. En Estados Unidos, la compresión de los márgenes podría exacerbar el efecto de traspaso a los precios, elevando la inflación, y con consecuencias para la política monetaria y el crecimiento. En otros países, una avalancha de bienes previamente destinados al mercado estadounidense podría desencadenar una segunda ronda de aumentos de los aranceles.

Sí, el comercio está revuelto, pero sigue fluyendo, como el agua, que es difícil de detener. Por ahora, la mayor parte del comercio mundial aún sigue las normas. Desde el FMI rogamos a las autoridades económicas del mundo mantener ese apego a las normas, preservar el comercio como motor del crecimiento.

En cuanto a las condiciones financieras favorables -que disimulan pero no detienen algunas tendencias de debilitamiento, incluida la creación de empleo-, la historia nos advierte que esos ánimos pueden dar un vuelco abrupto.

Las valoraciones de hoy van camino de igualar los niveles que vimos durante el auge de las acciones debido a Internet hace 25 años. De producirse una corrección brusca, unas condiciones financieras más restrictivas podrían lastrar el crecimiento mundial, dejar al descubierto vulnerabilidades y complicar especialmente la vida de los países en desarrollo.

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En este mundo multipolar que cambia rápidamente, es fundamental que las autoridades hagan mucho más para aprovechar y ofrecer oportunidades, de modo que puedan colmar las aspiraciones de los ciudadanos, en especial la gente joven.

En el FMI proponemos tres objetivos de política a mediano plazo:

  • Primero, impulsar el crecimiento de forma duradera para que la economía genere más empleo y más ingresos públicos y mejore la sostenibilidad de la deuda tanto pública como privada;
  • Segundo, sanear las finanzas públicas para que puedan amortiguar nuevos shocks y atender las necesidades acuciantes sin elevar las tasas de interés de los empréstitos del sector privado, y
  • Tercero, abordar los desequilibrios excesivos, tanto internos como externos, para evitar que se conviertan en un factor desestabilizador.

Veámoslos en detalle uno por uno.

En primer lugar, el crecimiento. Se prevé que el crecimiento mundial se sitúe en torno al 3% a mediano plazo, frente al 3,7% registrado antes de la pandemia. Los patrones de crecimiento mundial han ido cambiando a lo largo de los años, en particular con la desaceleración constante de China, mientras la India se consolida como un motor clave del crecimiento.

Para elevar el crecimiento de forma duradera se necesita una mayor productividad del sector privado. Y para ello, los gobiernos deben proveer y proteger los componentes básicos de los mercados libres, en particular los derechos de propiedad, el Estado de derecho, los datos de calidad, códigos de quiebra eficaces, una supervisión sólida del sector financiero e instituciones independientes y capaces de rendir cuentas.

En demasiadas economías, la productividad del sector privado está empantanada por los trámites, que entorpecen el arranque y crecimiento de empresas emergentes. La competencia es fundamental y la regulación no debe tolerar ni crear ventajas injustas.

Por ello, hoy insto a todos nuestros países miembros a emprender una revisión de sus regulaciones que fomente el espíritu emprendedor, con el apoyo de unas instituciones y una gobernanza sólidas. No es momento de infligirse daños, sino de poner la casa en orden.

En cuanto a Asia, debe profundizar el comercio interno para incluir más bienes finales y más servicios e impulsar reformas que fortalezcan el sector de servicios y el acceso al financiamiento. Nuestro análisis indica que un impulso en favor de una mayor integración regional -en particular mediante la reducción de las barreras no arancelarias- podría elevar el PIB un 1,8% a largo plazo.

Respecto a África subsahariana, quisiera señalar que las reformas en esta región podrían arrojar beneficios especialmente grandes en vista del crecimiento y la juventud de la fuerza laboral. Unas reformas integrales en favor de las empresas, combinadas con el progreso en la construcción del Acuerdo de la Zona de Libre Comercio Continental, podrían elevar el PIB real per cápita del país africano mediano más del 10%.

Respecto a mi entrañable Europa natal, permítanme ser franca: ya es hora de dejar la retórica sobre cómo mejorar la competitividad, ya saben lo que hay que hacer. Es hora de actuar. Consideren nombrar un "zar del mercado único" con autoridad real para impulsar las reformas. Eliminen las fricciones fronterizas en el mercado laboral, el comercio de bienes y servicios, la energía y las finanzas. Erijan un sistema financiero europeo único. Pongan en marcha una unión energética. Completen su proyecto. Y pónganse a la par del dinamismo del sector privado de Estados Unidos.

Una imagen vale más que mil palabras: vean cómo siete megaempresas estadounidenses -ninguna de las cuales existía hace 51 años- cuentan con una capitalización de mercado que eclipsa la de empresas europeas de similar antigüedad.

Permítanme referirme ahora a las finanzas públicas, comenzando por una realidad preocupante: se prevé que la deuda pública mundial supere el 100% del PIB en 2029 (gráfico 9), impulsada por las economías avanzadas y de mercados emergentes.

El aumento de la deuda infla los pagos por intereses, ejerce presión al alza sobre los costos de endeudamiento, limita otras partidas de gasto y reduce la capacidad de los gobiernos para amortiguar los shocks.

Una de las víctimas es la asistencia para el desarrollo que las economías avanzadas brindan a los países más necesitados del mundo, que continúa su lamentable declive. Para los países de ingreso bajo beneficiarios de esa asistencia, esto significa que deben encontrar más maneras de ayudarse a sí mismos, y eso incluye fijar una meta mínima para la relación impuestos/PIB del 15%.

La consolidación fiscal es necesaria en los países ricos y pobres, sin distinción.

La consolidación es difícil, como lo demuestran muchos de los episodios recientes de malestar social. Pero si se planifica, comunica e implementa de manera adecuada, una reducción significativa del déficit es posible, sobre todo si va acompañada de un mayor crecimiento a mediano plazo.

A este respecto, permítanme pasar ahora a la tercera tarea: reducir el resurgimiento de desequilibrios en cuenta corriente.

Como hemos visto, esos desequilibrios pueden provocar una reacción proteccionista y, al reflejarse en los flujos de capital netos, pueden agravar los riesgos para la estabilidad financiera. En el FMI estamos trabajando arduamente para perfeccionar nuestras evaluaciones del sector externo y seguiremos presionando a los principales actores para que adopten medidas correctivas de política.

A Estados Unidos, donde tanto el consumo privado como el déficit fiscal son elevados y el déficit en cuenta corriente alcanza niveles no vistos desde comienzos de la década de 2000, le instamos a actuar en dos grandes esferas:

  • En primer lugar, adoptar medidas para hacer frente al déficit del gobierno federal, teniendo en cuenta que la relación deuda pública/PIB va camino de superar su máximo histórico registrado tras la Segunda Guerra Mundial. Necesitamos medidas sostenidas que vayan más allá del gasto discrecional.
  • En segundo lugar, incentivar el ahorro de los hogares, considerando, por ejemplo, la posibilidad de ampliar los planes existentes que ofrecen un tratamiento fiscal favorable al ahorro para la jubilación, entre otros posibles ajustes de política tributaria.

En el caso de China, donde el ahorro privado siempre ha sido elevado y la demanda interna se ve reprimida por un prolongado ajuste del sector inmobiliario y las presiones deflacionarias, instamos a una expansión fiscal transitoria y una recomposición fiscal permanente.

China necesita un plan fiscal estructural para estimular el consumo privado, adoptar un nuevo modelo de crecimiento y reactivar su economía, lo que también ayudará a contrarrestar la reciente depreciación de su tipo de cambio real, que impide el reequilibrio.

Entre otras medidas, el plan de China debería destinar más gasto a redes de protección social y al saneamiento del sector inmobiliario, y mucho menos a política industrial, que un reciente estudio del FMI estima que cuesta un elevadísimo 4,4% del PIB por año.

Y en lo que respecta a Alemania, su reciente giro estructural hacia una política fiscal más expansiva -que debería contribuir a reducir el superávit en cuenta corriente- demuestra que, efectivamente, las rectificaciones son posibles. El gasto público en infraestructura, al mejorar los incentivos para la inversión privada en el país, será especialmente beneficioso en un momento en que Alemania busca inyectar un nuevo dinamismo en su sector privado.

***

Para concluir, quisiera volver a referirme a las aspiraciones de los jóvenes. Dirijo con un profundo sentido de responsabilidad una institución cuyo deber fundamental es influir en las políticas a fin de elevar al máximo las oportunidades económicas para todas las personas.

De modo que mis palabras de despedida son estas: si todos aunamos fuerzas en este complejo e incierto mundo, podemos formular buenas políticas que sustenten unos mercados libres con regulaciones inteligentes, instituciones fuertes, datos fiables y redes de protección sólidas, es decir, con políticas capaces de generar aún más resiliencia y de acelerar el crecimiento.

Para terminar con las palabras que leo inscritas en la pared de este mismo salón, "Un sueño que se sueña a solas no es más que un sueño. Un sueño que se sueña juntos es una realidad".

Hagámoslo realidad, y brindemos oportunidades en estos tiempos de cambio.

Muchas gracias.

Departamento de Comunicaciones del FMI

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