Prime Minister's Office of Spain

09/08/2025 | Press release | Distributed by Public on 09/09/2025 01:36

Intervención del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la inauguración del acto de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECID), con motivo del Día de las[...]

AECID, Madrid

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ

Muchas gracias. Y gracias, ministro, gracias, José Manuel.

No sabía que era la primera vez que un presidente en ejercicio visitaba la sede de la AECID. Lo que espero es que no sea la última y que, por tanto, sea una de las muchas ocasiones que tanto yo como el resto de presidentes y, por qué no, presidentas en un futuro, del Gobierno, manifiesten su compromiso y también su reconocimiento a las personas cooperantes.

Para mí, como os podéis imaginar, es un placer estar aquí en la AECID, en el corazón, en la casa de la Cooperación Española. Y más aún en el Día Internacional, en el que vosotros y vosotras, los cooperantes, demostráis lo que soy realmente, que es el motor de la cooperación en nuestro en nuestro país.

Yo quisiera empezar, si os parece, reiterando, lo he hecho antes en las redes sociales, nuestra más enérgica condena al atentado ocurrido esta mañana en Jerusalén Este y mi apoyo, por supuesto, a los familiares de las víctimas, entre las que se encuentra, desgraciadamente, un ciudadano español. Y siempre recordar que la violencia no es el camino y que estamos todos y todas convencidos de que la paz es posible.

Hace una semana, y antes he tenido ocasión también de poder hablar con una persona cooperante de Médicos sin Fronteras, hace una semana, una pediatra gazatí y trabajadora de Médicos Sin Fronteras cumplió su turno en el Hospital Nasser.

Durante horas luchó, como ya contó, por mantener la vida a niños y niñas que llegaban a su consulta literalmente muriéndose de hambre.

Y, al terminar, mientras se quitaba el uniforme, pensaba en cómo conseguir algo de comida para su familia. Y pensaba también con miedo, con resignación, en la amenaza de un nuevo desplazamiento forzado, otro más, por parte del ejército israelí. Por tanto, otra huida, otro éxodo, otro refugio inexistente.

Al salir del hospital, imagino que lo sabéis, le informaron de que un ataque israelí había alcanzado su casa y que esos nueve hijos habían muerto pasto de las llamas.

Esta es la historia real que una compañera vuestra contó hace unos días en televisión y que… acabo de compartir también con ella un rato de charla, que es Pascale Coissard.

Ha sido, desde luego, no sé dónde estás, Pascale, un honor poder conversar contigo y con el resto de compañeras, así como con el resto. Porque sé que en nuestra conversación y en el diálogo que tendréis a continuación frente a esta audiencia, habláis en nombre de los 2300 cooperantes españoles desplazados hoy en el exterior.

También en nombre de Emma Igual, y de María Hernández, que perdieron la vida en Ucrania y en Tigray y cuya memoria me gustaría hoy también evocar en este acto, junto a la de muchos otros compañeros y compañeras que ya no están, pero que siempre estarán en vuestro corazón y en vuestra memoria.

Antes lo ha comentado el ministro. El año pasado fueron 383 trabajadores y trabajadoras humanitarios los que fueron asesinados en el mundo, la mitad de ellos en Gaza, epicentro no solamente de un desastre humanitario al que la comunidad internacional está asistiendo de manera… no sé cómo como calificarla, sino de un fracaso moral sin precedentes por parte de esa misma comunidad internacional. Porque allí niños y niñas son asesinados a diario en sus casas o en lo que queda de ellas, como vemos en las imágenes tan terribles.

Personas hambrientas que son masacradas en la cola de reparto de la ayuda humanitaria. Cientos de periodistas a los cuales también hay que reivindicar y recordar su memoria, que han sido asesinados ejerciendo su trabajo, también para informar a la comunidad internacional y al conjunto de la sociedad internacional sobre las atrocidades que se están padeciendo en Gaza.

Han sido más de 64.000 las personas muertas desde que se inició esta guerra. 160.000 heridos y heridas y casi 2 millones de personas desplazadas.

En fin, suele decirse que tendemos a normalizar hasta los actos más atroces. Como si, llegados a un punto de horror extremo, la imagen de una madre sujetando el cuerpo roto de un niño de dos años en sus brazos hubiera dejado de conmover. Y esto es algo que también un escritor israelí, Etgar Keret, ha relatado con una voz valiente entre los silencios cobardes en Israel, en la "rutina de la muerte", como lo ha calificado. Esa amnesia de la indignación es la misma que ha llevado a muchos a olvidar aquella foto de Aylan, el niño sirio ahogado en una playa de Turquía.

Hoy vuelve a nuestros periódicos y telediarios diez años después, y nos interroga sobre dónde está aquella solidaridad y la conciencia sobre el drama migratorio que recorrió Europa como un huracán.

No solo las imágenes dejan de conmover, hasta las palabras parecen perder su verdadero significado. O peor aún, yo diría que se aplican con un vergonzoso doble rasero.

Porque sí, se habla de derechos humanos, de derecho internacional, de derecho internacional humanitario. Pero se habla como si tuviera distinto sentido en función de la del color de la piel, o de la religión que profesan las víctimas, o del lugar donde se cometen esos atropellos.

Y no importa si los principales organismos internacionales lo apuntan, si los mayores expertos internacionales lo confirman, como es el caso de Gaza, o si todos lo vemos incluso delante de nuestras propias narices en las pantallas de los medios de comunicación.

Algunos siguen aferrados a esos eufemismos y piruetas verbales para no decir lo obvio. Y creo que, en ese contexto, España, el Gobierno, no deja de ser al final un reflejo de lo que piensa su país, el conjunto de la sociedad.

España creo que ha hablado alto y claro en este momento de zozobra para el multilateralismo y el respeto al derecho internacional y su compromiso.

En todo momento hemos mantenido una posición inequívoca y coherente, le pesara a quien le pesara, y hemos condenado sin ambages los atroces atentados terroristas de Hamás. Desde el primer minuto. Desde el primer momento. Y hemos exigido la liberación inmediata e incondicional de los rehenes.

Esto lo hemos hecho y, por tanto, no acepto que se diga que España no ha condenado los actos terroristas ni tampoco ha exigido la liberación de los rehenes. Pero también es obvio que lo que está pasando en Gaza no tiene nombre, pero sí tiene una palabra que lo describe, y es el genocidio.

Y, por tanto, estoy aquí para deciros que España, desde luego, no va a apartar la mirada de la barbarie. No va a participar de este ejercicio cotidiano de banalización del mal. No lo hemos hecho desde el principio y no lo vamos a hacer hasta que no termine este genocidio.

Reconocimos al Estado de Palestina. También el apoyo a la solución de los dos Estados con un despliegue diplomático sin precedentes. Fuimos criticados por ello diciendo que abandonábamos el consenso. No sé qué consenso. Construimos nuevos consensos en base a nuevas realidades, que es lo que ha pasado, lo que está pasando en la comunidad internacional.

Impulsamos la restricción del comercio de armas con Israel y pedimos la suspensión del acuerdo de asociación con la Unión Europea. No sé qué está esperando Europa a suspender ese acuerdo.

Incrementamos la ayuda a las organizaciones sobre el terreno. Participamos en el suministro aéreo de la ayuda humanitaria con muchísima frustración, porque nos parece poco constructivo el hacerlo de esa manera. Acogimos a menores gazatíes en nuestros hospitales. Apoyamos la apertura de la investigación sobre crímenes en Palestina.

Reforzamos nuestro apoyo a la Corte Penal Internacional, donde nos unimos al proceso, o al procedimiento, mejor dicho, iniciado por Sudáfrica en el año 2024. Hemos impulsado la resolución en la Asamblea General de Naciones Unidas el pasado 11 de junio junto con la Autoridad Palestina, para exigir un alto el fuego inmediato, para exigir la liberación de los rehenes y también para exigir el acceso de ayuda humanitaria a Gaza.

Y, a pesar de eso, es evidente que no es suficiente. Y esa frustración la compartimos todos, nosotros también, desde el Gobierno de España

Ante esta barbarie continuada, evidentemente, todo lo que hagamos nunca es suficiente hasta que pare.

Y por eso vamos a hacer más. Esta mañana hemos presentado un nuevo paquete de medidas de acción contra el genocidio en Gaza. Medidas basadas en tres prioridades que me gustaría compartir con todos vosotros y vosotras.

Primero, detener la llegada de armas a Israel. Por eso, vamos a impulsar la aprobación de un embargo de armas. Prohibir tanto el tránsito por nuestros puertos de combustibles usados por las Fuerzas Armadas como la entrada en nuestro espacio aéreo de aeronaves de Estado que transporten material bélico destinado a Israel.

En segundo lugar, vamos a actuar contra los cómplices de esta barbarie y no podrán entrar en nuestro territorio quienes participan de forma directa en este genocidio. Y vamos a limitar también la importación de productos que procedan de esos asentamientos ilegales.

Y, por último, vamos a ayudar con mayor determinación al pueblo palestino. Lo sabe la Autoridad Palestina. Lo saben muchos de los gazatíes y el conjunto de la sociedad palestina, en su afán legítimo de tener un Estado propio, a través de dos vías: primero, reforzando nuestro apoyo a la Autoridad Palestina y también incrementando nuestra ayuda humanitaria a 150 millones de euros hasta el año 2026, además de aumentar en 10 millones de euros adicionales nuestro apoyo a la UNWRA.

Y creo que esto es muy importante porque lo que va a suceder también en la Asamblea General de las Naciones Unidas este mes de septiembre, con el reconocimiento por parte de importantes países europeos al Estado de Palestina, va a ser un punto de inflexión. Y creo que es muy importante reivindicar que, uno de esos países, junto con otros, Irlanda y también Eslovenia y Noruega, fue España hace un año.

En definitiva, vamos a hacer lo que esté en nuestra mano para parar el genocidio en Palestina y haremos aún más si hace falta, porque es un imperativo moral. También porque es una obligación legal y, por supuesto, por una idea de justicia que creo que compartimos todos los que estamos aquí presentes y también una inmensa mayoría de la ciudadanía española que, con independencia de lo que vote, está claro que está en contra de lo que está sucediendo en Gaza.

La historia no juzgará la indiferencia con matices. No lo va a hacer. Cuando puedan entrar los medios de comunicación internacionales en Gaza nos daremos cuenta de que estamos asistiendo, hoy, a una de las etapas más negras, más oscuras del siglo XXI, de un siglo que acaba de empezar.

Por tanto, la historia no va a juzgar la indiferencia con matices. La historia va a ser implacable y juzgará la indiferencia como complicidad. Y por eso, yo siempre he tenido muy claro que España no puede ser cómplice de esta barbarie. Y, por eso, creo que todas las medidas que hemos tomado desde el inicio de esta barbarie, lo que hacen es situar al conjunto de la sociedad española, a nuestro país, junto con otras, en el lado correcto de la historia.

A los que dijeron que estábamos solos en nuestra determinación y en compromiso, hay que decirles, hoy, que no es que estuviéramos solos, simplemente éramos los primeros. Los primeros de otros muchos, que este mes de septiembre van a hacer lo que nosotros hicimos hace un año.

Y en todo caso, a quienes se recrearon en esa soledad momentánea para criticarnos, les diré que una y mil veces prefiero la soledad de la humanidad que la compañía de la sinrazón y la barbarie.

Palestina nos necesita. España va a estar a su lado porque es estar junto a la gente que sufre, como vamos a estar también en otras múltiples zonas en el mundo que sufren la violencia, la guerra. Muchos de ellos, conflictos que no aparecen en los medios de comunicación, que no están presentes en las conversaciones de la opinión publicada y, por tanto, es difícil poder penetrar en la conversación pública. En este Día Internacional de las Personas Cooperantes, me gustaría trasladaros en nombre del Gobierno de España y del conjunto de la sociedad española lo orgullosos que estamos de vuestra labor.

Gracias por salvar vidas, gracias por reconstruir comunidades, por ofrecer esperanza, esperanza en un tiempo de tanta incertidumbre. Y gracias por estar allí donde más se necesita.

Frente a esta realidad de conflictos armados, de emergencias climáticas, de desplazamientos forzosos, de retrocesos en igualdad de derechos humanos, de retraimiento, de todo lo que tiene que ver con las políticas de salud global. Frente a esa realidad, hay quienes aún se preguntan si invertir en cooperación merece la pena. Es un debate que se está abriendo de nuevo en muchas de las sociedades y en muchos de los Gobiernos: si invertir en cooperación merece la pena.

Bueno, pues hoy quiero recordar con rotundidad y responder que claro que sí. Claro que merece la pena invertir en cooperación. Y no solamente por una cuestión moral, que también, sino porque también es lo más inteligente. O ¿es que no recordamos la pandemia o hace poco que veíamos de nuevo un brote de ébola en el Congo? Estamos asistiendo de nuevo a estas realidades. Bueno, pues es lo más inteligente. Es invertir en un mundo más estable, más seguro.

Esa es la seguridad que merece la pena. No un 5% en defensa, como dicen otros, sino invertir en cooperación, en desarrollo. Esto es proteger también a nuestros conciudadanos, darles horizonte a nuestros hijos y a nuestras hijas que van a vivir en un planeta mucho más seguro. Es cuidar, por tanto, el presente y el futuro de nuestro país.

En fin, en las próximas semanas vamos a culminar la reforma de nuestro sistema de cooperación, que se construyó a partir de la nueva Ley de Cooperación. Es una ley que es mucho más que un marco legal. Yo creo que es un contrato moral el que asume la institución, la Administración General del Estado, pero también el conjunto de la sociedad española con vosotros y con vosotras. Va acompañado de compromiso presupuestario. Vamos a pelear porque haya también unos nuevos presupuestos para el año 2026, con más recursos para para vosotros y para vosotras.

Pero bueno, en todo caso, hay que recordar también de dónde venimos y en la situación en la que estamos. En 2024, destinamos nada más y nada menos que 4.000 millones de euros a la cooperación internacional, es decir, un 12% más que en el año 2023.

Hemos duplicado el presupuesto de la AECID. Hemos fijado el compromiso del 0,7%, nos hemos reafirmado en la reciente conferencia de Financiación al Desarrollo, en Sevilla, en ese compromiso. Y no nos vamos a quedar ahí.

En 2026, vamos a iniciar, como sabéis, la elaboración de la estrategia de construcción de la paz de la cooperación española. Y, con ella, yo creo que España va a reforzar su papel de mediador de prevención de conflictos, de apoyo a las sociedades que trabajan por la reconciliación. Yo creo que esto es muy importante en un contexto, en una coyuntura como la que vive ahora mismo el mundo.

Bueno, concluyo. He comenzado esta intervención con el testimonio desgarrador del día a día que se sufre y que se vive en Gaza, y me gustaría terminarla apelando a otro sentimiento que es el que antes he comentado, que es el de la esperanza.

Porque, aunque parezca imposible, en este momento en el que cuando uno se acerca a las noticias internacionales y no solamente internacionales, pues da la sensación de que parece imposible esa esperanza. La esperanza también se abre paso en mitad de las bombas, porque cada día nacen bebés. En el Hospital Nasser de Jan Yunis.

Pascale y el equipo sanitario que allí resiste operan ese pequeño milagro. Muchos de ellos y de ellas, son bebés prematuros, como bien sabe, y, aun así, salen adelante.

Bueno, pues si algo así es posible, es evidente que nada es imposible, que incluso la paz puede llegar de una vez por todas a Gaza. Pero no cualquier paz, que también es importante, ni la paz de los cementerios, ni la paz de la muerte, ni tampoco las delirantes riberas que algunos inventan o que quisieran, sino la paz que nace de la justicia con el pueblo palestino y su legítimo derecho a existir y convivir con Israel. La paz que brota del respeto a la dignidad humana.

Por tanto, en nombre del conjunto de la sociedad española. Gracias a todos y a todas vosotros y vosotras por encarnar esa esperanza en nombre del conjunto de España. Nada más y muchas gracias.

(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)
(Intervención original en español)

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