08/07/2025 | Press release | Archived content
Hace veinte años, el huracán Katrina azotó la costa del Golfo con una fuerza devastadora, dejando tras de sí un rastro de destrucción que cambió para siempre las comunidades y las vidas de las personas. Fue uno de los desastres naturales más catastróficos de la historia de Estados Unidos y la mayor respuesta humanitaria que la Cruz Roja Americana haya emprendido jamás.
En los días siguientes, casi un cuarto de millón de voluntarios de la Cruz Roja, la gran mayoría de los cuales eran voluntarios, se movilizaron para proporcionar refugio, comida, consuelo y esperanza. Proporcionamos 3.8 millones de estancias nocturnas en refugios de 31 estados y del Distrito de Columbia, servimos casi 68 millones de comidas y distribuimos 1 500 millones de dólares en ayuda económica a 1.4 millones de familias.
Pero la verdadera historia va más allá de las cifras. Vive en los momentos de conexión: una abuela que se reencuentra con su familia, un niño que encuentra seguridad en un gimnasio habilitado como refugio y un voluntario que cruza el país para brindar su ayuda.
Katrina marcó un punto de inflexión. Puso en evidencia la magnitud de la coordinación y colaboración necesarias ante un desastre de esta escala y resaltó la importancia de que la inclusión y la accesibilidad guíen cada respuesta. Nos recordó que las comunidades no se reconstruyen solo con ayuda, sino que se restauran mediante la escucha, la confianza y un compromiso continuo.
A lo largo de los años, hemos trabajado en honrar esas lecciones. La Cruz Roja ha modernizado nuestros sistemas de respuesta ante desastres, fortalecido las relaciones con las comunidades e invertido en preparación y resiliencia, especialmente en aquellas comunidades que con demasiada frecuencia quedan olvidadas. Asumimos la responsabilidad de responder con mayor cuidado, responsabilidad y preparación.
Este agosto, al conmemorar dos décadas desde la tormenta, recordamos las vidas perdidas y las comunidades que cambiaron para siempre. Honramos la fortaleza de los sobrevivientes y la compasión de quienes se unieron para ayudar. Y nos volvemos a comprometer con la misión que aún nos guía: aliviar el sufrimiento humano frente a las emergencias.