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09/18/2025 | News release | Distributed by Public on 09/19/2025 14:04

“Lo llamaron ‘liberación’, pero fue una deportación forzada”

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18 septiembre, 2025Gennady Fedynich (Hennadz Fiadynich, según su transliteración bielorrusa), dirigente de larga data del Sindicato de Trabajadores de la Industria Radioeléctrica y Electrónica (REP), una organización sindical independiente, fue uno de los muchos sindicalistas bielorrusos encarcelados en la represión de los sindicatos libres. La semana pasada, fue sacado inesperadamente de la prisión en Bobruisk, transportado bajo custodia a Minsk y luego deportado a Lituania junto con otros 52 presos políticos. Otro destacado dirigente sindical, Alexander Yaroshuk, presidente del Congreso Bielorruso de Sindicatos Democráticos (BKDP), también estuvo entre los liberados. Tanto el REP como el BKDP, al igual que otros sindicatos democráticos, fueron disueltos por las autoridades bielorrusas en julio de 2022. Gennady habló con IndustriALL sobre lo que le sucedió, las condiciones dentro de la prisión y lo que le espera al movimiento sindical en Bielorrusia, y destacó su gratitud por el apoyo de IndustriALL y sus afiliados durante la larga lucha por los derechos de los trabajadores. Gennady spoke to IndustriALL about how it happened, conditions inside prison and what lies ahead for the trade union movement in Belarus, and stressed his gratutude for the support from IndustriALL and affiliates during the long struggle for workers' rights.

¿Hubo alguna información de antemano sobre su liberación?

"No, pero corrían los rumores habituales en la prisión. En su opinión, yo era uno de los presos políticos más influyentes allí. Todos estaban pendientes por si de repente me llevaban, lo que significaría que por fin algo estaba pasando. Incluso se decía que nuestra liberación podría ser el resultado de negociaciones con Trump".

¿Cómo sucedió todo?

"Alrededor de las 11 de la mañana, cuando estábamos tomando el té, me llamaron a la oficina. Un comandante me dijo que tenía cinco minutos para prepararme.

Le pregunté a dónde íbamos; me dijo que no sabía, y repitió que tenía cinco minutos. Así que no tuve oportunidad de despedirme de nadie ni de recoger mis cosas. Cargaron todas mis pertenencias y las llevaron al puesto de control de la salida de la zona, donde firmé un documento en el que decía que me llevaban al centro de detención de la KGB. Me pusieron esposas y una máscara, cargaron mis cosas en el maletero y me llevaron de Bobruisk a Minsk".

¿Así que recién se enteró de que iba a Lituania cuando ya estaba en el autobús?

"Éramos doce en el centro de detención de la KGB -en realidad trece, porque uno de ellos dormía en el piso-. Por la mañana, nos sacaron a todos, nos subieron a un minibús y nos dijeron que íbamos a una reunión donde se nos explicaría todo y que ya habían cargado nuestras pertenencias.

Supusimos que probablemente iríamos a Lituania, porque la frontera con Polonia estaba cerrada en ese momento. Había hombres enmascarados acompañándonos en todo momento.

Al llegar a un bosque, nos trasladaron de minibuses a autobuses. Más tarde, nos enteramos de que nos habían confiscado todos los documentos: la correspondencia con nuestros familiares, la documentación relacionada con el caso penal y, lo más importante, nuestros pasaportes e incluso mi glucómetro para medir el azúcar en sangre. Las doce personas que estaban en el centro de detención de la KGB no tenían pasaporte. Así que resultó ser una deportación forzada. Y nadie nos explicó la ilegalidad de estas acciones, probablemente nadie lo hará.

Solo lo supimos con certeza cuando cruzamos la frontera con Lituania y entregamos nuestros documentos. Nos dijeron: 'Tenemos pasaportes para algunos de ustedes, pero no para el resto'. Esa información procedía del lado lituano. Nos llevaron en autobús sin parar directamente a la frontera lituana. Allí, todos los enmascarados se bajaron del autobús y cruzamos directamente al lado lituano, donde nos recibieron estadounidenses y lituanos".

¿Les explicaron por qué los deportaban a Lituania?

"Nadie nos dijo nada. Todo se hizo en secreto y no nos informaron de nada hasta el último momento. En la primera conferencia de prensa, se dijo que Lukashenko había engañado a Trump y a la Unión Europea con este acuerdo. Mandar a la gente al extranjero y confiscarles los pasaportes es una violación del derecho internacional.

Hay que plantear la cuestión de la devolución de los pasaportes. Nadie ha explicado por qué se confiscaron, y nadie lo hará.

Aquí nos dieron un documento temporal por dos semanas. Acudimos al departamento de migración. Probablemente tengan experiencia, por ejemplo, con personas que llegaron de Ucrania sin pasaporte. Les expiden una especie de documento que les permite viajar dentro de la Unión Europea".

Durante su encarcelamiento, ¿estuvo completamente aislado de lo que ocurría en Bielorrusia? ¿Sintió el apoyo del movimiento sindical internacional?

"Solo nos llegaba información a través de la televisión oficial rusa y bielorrusa, los únicos canales que se emitían. Me suscribí al periódico Minskaya Pravda. Tenía periodistas interesantes, y uno podía leer entre líneas.

Incluso estando en prisión, recibimos información sobre el firme apoyo del movimiento sindical internacional a todos los activistas sindicales encarcelados. Por eso estoy muy agradecido a IndustriALL, ya que esto nos ayudó a sobrevivir en unas condiciones tan duras. En cuanto a la brutalidad a la que nos enfrentamos, creo que al final acabará destruyendo a quienes la desataron".

¿Pudo comunicarse con otras personas?

"La comunicación con los políticos se castigaba severamente y a todos nos consideraban alborotadores. Mientras que otros podían comprar productos por valor de 240 rublos en la tienda, nosotros solo podíamos gastar 80.

A los alborotadores se los consideraba villanos, y a los villanos se los solía poner en régimen de aislamiento. Estos castigos se imponían por supuestas infracciones, podían inventar cualquier cosa. Uno podía salir de la celda de castigo y volver al cabo de dos semanas".

¿Estaba aislado de sus compañeros sindicalistas?

"Yo era el único sindicalista en la prisión de Bobruisk. Había algunos muchachos de Grodno, de Azot, que me reconocieron. Luego, los pusieron en una celda cerrada para aislarlos por completo. Así que sí, se aseguraron de que no tuviera contacto con nadie".

¿Cómo está de salud?

"No me encuentro bien. Tengo muchas enfermedades. También desarrollé diabetes en prisión. Tenía previsto operarme de una hernia en abril de 2022, pero me arrestaron antes. Algunas buenas personas que conocí en la prisión me advirtieron: si le ofrecen operarse en Minsk, puede que sea su última operación. Me dijeron que a personas como yo simplemente se les podía dar por muertas por 'paro cardíaco'. Les estoy muy agradecido, fueron sinceros y sabían de lo que hablaban".

¿Cómo es su comunicación con la gente en Bielorrusia actualmente?

"Eso es lo más difícil. Si das una entrevista, dicen que apoyas el extremismo y pueden confiscar tus bienes, que es lo que están haciendo. Todo el mundo está en peligro. Hay que pensar en cómo ponerse en contacto, qué teléfonos utilizar, que no sean los propios. No es sencillo. Es como una guerra".

¿Cómo ve su proceso judicial y su encarcelamiento?

"Las autoridades inventaron que había un 'grupo extremista' en el sindicato, y el Tribunal del Distrito de Leninsky, en Brest, dictó una sentencia basándose en ello, pero nunca la recibimos. Cuando le pregunté a la KGB cuál era el fundamento, no me dieron ninguna respuesta.

Al final, nos condenaron a nueve años. Le pregunté a la jueza por qué no nos había condenado a doce, la pena máxima. Ella me respondió: 'Son jubilados'. Yo le contesté: 'Vaya, su bondad es infinita'".

¿Qué respondió cuando las autoridades de la prisión le preguntaron por primera vez qué haría allí?

"El jefe de operaciones me llamó y me preguntó qué pensaba hacer en prisión.

Le respondí: 'Si me da la oportunidad, puedo crear una organización sindical'.

Se asustó y me dijo: '¿Qué? No, por favor, no lo haga'.

Le dije: 'Estaba bromeando, camarada teniente coronel'".

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