01/08/2025 | Press release | Distributed by Public on 01/08/2025 10:02
Ecuador cuenta con una extensa red de ríos, lagos y acuíferos. La cordillera de los Andes y la Amazonía proporcionan al país una riqueza hídrica significativa. Sin embargo, a pesar de su situación geográfica privilegiada, Ecuador enfrenta desafíos en cuanto a las brechas de acceso a servicios de agua potable y saneamiento. Las zonas rurales sufren esta carencia de servicios en mayor medida. En el 2010, dos millones de habitantes rurales de Ecuador no contaban con servicios de agua potable y dos millones y medio no disponían de sistemas de saneamiento.
Tal era el caso de las familias que habitan la comunidad de Balda Lupaxi, en Colta. María Guanolema, vecina de la comunidad, recuerda las dificultades que tenía antes de contar con servicios sanitarios y cómo debían construir pozos sépticos en pequeñas chozas fuera de sus viviendas:
"Nosotros con los niños sufríamos bastante. Si tenían que ir a los servicios sanitarios de noche, salíamos y era peligroso, porque todo estaba oscuro" cuenta María.
El acceso al agua potable y al saneamiento es un determinante crucial para la salud, el desarrollo y la calidad de vida de las personas. Con el objetivo de mejorar este acceso en Ecuador, en 2010, se puso en marcha el Programa de Infraestructura Rural de Saneamiento y Agua (PIRSA) financiado por España junto con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Las disparidades en el acceso al agua reflejan y perpetúan las desigualdades sociales y económicas, afectando desproporcionadamente a las comunidades más pobres y aisladas; y afecta en mayor manera a mujeres y niñas que a menudo deben dejar sus actividades productivas y de educación para dedicarse a la recolección de agua.
Mujeres indígenas comunidad Colta-Chimborazo en EcuadorEl Programa PIRSA benefició a alrededor de 200.000 personas de comunidades rurales alrededor de todo el Ecuador, con acceso a servicios de agua y saneamiento.
Alrededor del 30% de los fondos de PIRSA se destinaron a las comunidades más pobres del país, incluyendo aquellas en las que se habían identificado problemas de desnutrición crónica.
Como parte de este programa se construyeron 23 sistemas de agua potable, 42 sistemas de alcantarillado sanitario y 5.782 unidades básicas de saneamiento (módulo de baño, con inodoro, ducha y lavabo) en más de 300 localidades.
Alrededor del 30% de los fondos de PIRSA se destinaron a las comunidades más pobres del país, incluyendo aquellas en las que se habían identificado problemas de desnutrición crónica.
Garantizar el acceso a agua de buena calidad es un pilar fundamental en la lucha contra la desnutrición, ya que permite prevenir enfermedades que impiden la correcta absorción de nutrientes, apoya la higiene necesaria para una buena salud y nutrición, y facilita la producción de alimentos seguros y nutritivos. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC), la desnutrición crónica infantil afecta a 2 de cada 10 niños menores de 2 años en Ecuador. En las pruebas de calidad de agua, el porcentaje de hogares con menores de 5 años que presentaron la bacteria E. Coli en la fuente fue de 24,4%, mientras que en el punto de consumo (vaso) se registró el 36,7%. Estas cifras resaltan la importancia de continuar reforzando un sistema de agua potable con agua segura para el consumo humano.
Video en españolLos sistemas sanitarios y de alcantarillado no solo mejoran la calidad de vida de las comunidades, sino que también son de gran importancia para el cuidado de las fuentes de agua. Proteger este recurso no solo es esencial para la vida cotidiana y la subsistencia, sino que también sostiene la agricultura, la pesca y otras actividades económicas. De acuerdo con la publicación del BID sobre las políticas agropecuarias, acuicolas y pesqueras en Ecuador
Entre 2011 y 2021, el sector agropecuario representó el 8,1 % del producto interno bruto. Asimismo, el sector pesquero y acuícola en Ecuador ha ganado importancia en los últimos años, especialmente en las capturas de atún y camarón, que representan más del 70 % del valor agregado bruto del sector.
Además, su importancia va más allá de lo local; los ríos que nacen en las alturas andinas recorren vastas extensiones, nutriendo ecosistemas y comunidades a lo largo de su camino hacia el océano. En el Ecuador existen 76 áreas protegidas, en varias de ellas no solo se protege la biodiversidad del entorno sino también las fuentes de agua. La protección de estas reservas como la del Yasuní en la Amazonía, la del Parque Nacional Cotopaxi, Reservas del Antisana, Pululahua y los Ilinizas son fundamentales para la regulación de ciclo hídrico ya que albergan glaciares, páramos, aguas subterráneas y ríos que son vitales para las comunidades y las actividades productivas.
Paisaje Pelileo-Tungurahua en EcuadorEn el núcleo de una gestión exitosa del agua y el saneamiento yace un principio fundamental: la participación activa de la comunidad. Cuando los habitantes se involucran en el cuidado del agua y en el mantenimiento de las infraestructuras sanitarias, no solo se fomenta la sostenibilidad ambiental, sino que también se refuerza la cohesión social y se empodera a la comunidad.
La minga, una práctica arraigada en muchas culturas, especialmente en la región andina, es un ejemplo emblemático de cómo la cooperación comunitaria puede facilitar la construcción y el mantenimiento de infraestructuras de agua y saneamiento. Esta colaboración no solo acelera la ejecución de proyectos, sino que también reduce costos y fortalece los lazos comunitarios, creando un sentido de pertenencia y compromiso colectivo con el cuidado del agua y el medio ambiente.
Planta de tratamiento de aguas residuales en Pelileo -EcuadorPara facilitar la integración de la comunidad, el programa incluyó el desarrollo de actividades relacionadas a la educación sanitaria y uso racional del agua. Se capacitó a más de 100.000 personas de los poblados y a. más de 1.000 miembros de organizaciones comunitarias responsables de la operación de los sistemas participaron en actividades de capacitación.
Cuando las comunidades se apropian de los proyectos de agua potable y saneamiento, se establece un vínculo fundamental entre la infraestructura y las personas que la utilizan diariamente. Esta apropiación implica un sentido de responsabilidad y cuidado por los recursos y las instalaciones, ya que son percibidos como propios.
Involucrar a los miembros de la comunidad en todas las etapas del proyecto, desde la planificación hasta el mantenimiento continuo, promueve un sentido de empoderamiento y autonomía. Esto no solo garantiza que las necesidades locales sean tenidas en cuenta de manera más precisa, sino que también fomenta la colaboración y el trabajo en equipo dentro de la comunidad. En última instancia, esta apropiación comunitaria fortalece la sostenibilidad de los proyectos, asegurando su funcionamiento a largo plazo y generando un impacto duradero en la calidad de vida de las personas.
Este artículo es parte de la serie "Cambiando el mundo a través del agua y el saneamiento", una colaboración del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) que destaca el impacto que los proyectos de agua y saneamiento tienen en las personas de América Latina y el Caribe.
María José Carvajal Núñez es comunicadora ecuatoriana con maestría en Comunicación Empresarial y Política de la Universidad Camilo José Cela de Madrid y una especialización en Relaciones Internacionales de la Universidad de Nueva York. Ha trabajado en Comunicación para el Desarrollo en agencias de las Naciones Unidas como el PNUD y la OIT, y en proyectos inter-agenciales junto a ONU Ecuador y ONU Mujeres. Actualmente, está a cargo de las Comunicaciones para la Oficina de Ecuador del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde es responsable del desarrollo de estrategias de comunicación, generación de contenido y manejo de las relaciones externas.